martes, 22 de febrero de 2011

EL MISTERIO DE LAS BIENAVENTURANZAS









                         EL MISTERIO
                           DE LAS
                      BIENAVENTURANZAS



                             por


                     J. VAN RIJCKENBORGH








                 

                           INDICE


Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .   7

CAPITULO   1 "Bienaventurados los pobres de espíritu,
             porque de ellos es el Reino de los Cielos" (1) 9

CAPITULO   2 "Bienaventurados los pobres de espíritu,
             porque de ellos es el Reino de los Cielos" (2)11

CAPITULO   3 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos
             serán consolados" (1) . . . . . . . . . . . . 19

CAPITULO   4 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos
             serán consolados" (2) . . . . . . . . . . . . 22

CAPITULO   5 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos
             serán consolados" (3) . . . . . . . . . . . . 30

CAPITULO   6 "Bienaventurados los mansos, porque ellos
             heredarán la tierra" . . . . . . . . . . . . .34

CAPITULO   7 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed
             de justicia, porque ellos serán saciados" (1).38

CAPITULO   8 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed
             de justicia, porque ellos serán saciados" (2).46

CAPITULO   9 "Bienaventurados los misericordiosos, porque
             ellos alcanzarán misericordia" . . . . . . . .49

CAPITULO  10 "Bienaventurados los limpios de corazón,
             porque ellos verán a Dios" . . . . . . . . . .57

CAPITULO  11 "Bienaventurados los pacíficos, porque ellos
             serán llamados hijos de Dios" . . . . . . . . 64

CAPITULO  12 "Bienaventurados los que son perseguidos por
             la justicia, porque el Reino de los Cielos les
             pertenece" ................................   70

Glosario  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  76





                           PROLOGO


El Misterio de las Bienaventuranzas comprende entre otras una serie de alocuciones que Jan van Rijckenborgh pronunció en una iglesia de Haarlem durante la Segunda Guerra Mundial; en el período de ilegalidad de la Escuela de la Rosacruz. Sin que se mencionara el nombre de la Rosacruz, a pesar de las prohibiciones y persecuciones, el rico y pleno mensaje de la Fraternidad Universal fue transmitido al público, y la Escuela de la Rosacruz demostró su fidelidad a su vocación y a su deber.

Ahora que las sombras de la próxima Noche Cósmica se hacen cada vez más profundas y oscuras y se extienden sobre el mundo y la humanidad. Y que por todas partes los falsos valores, que alejan a millares de buscadores serios de una vida realmente liberadora son desenmascarados, en su pobreza espiritual, falso lustre y triste impotencia, juzgamos que nuestro deber es someter al público una edición revisada y aumentada del Misterio de las Bienaventuranzas.

Las disertaciones recogidas en este libro arrojan una luz clara sobre el camino nónuple que, desde las alturas de la Montaña Sagrada, es enseñado al verdadero buscador de la redención. Este camino está abierto y es accesible a todos los que comprenden la llamada y quieren aprender a realizar con alegría sus exigencias liberadoras, en una sincera aspiración a la luz salvadora.

Que innumerables reconozcan este camino de la vida y en su
total ofrenda puedan elevarse en la victoria.





                         CAPITULO  1


              "Bienaventurados los pobres de espíritu
              porque de ellos es el Reino de los Cielos"


"Y Jesús, viendo el gentío, subió a la montaña, y después de que El se sentó, sus discípulos se acercaron a El."

Así comienza, tal y como Ud. sabe el Sermón de la Montaña. Este Sermón no se encuentra solamente en el Evangelio de Mateo, sino que también aparece en las sagradas escrituras de todas las épocas bajo otras formas. Si el tiempo, el lugar y las santas personas que lo expresan son diferentes, el contenido es siempre el mismo.

La montaña es un magnífico símbolo del camino que conduce de las tinieblas a la luz. Su base está en la tierra y su cumbre se eleva hasta el cielo. Por eso está perfectamente claro que una montaña semejante, desde cuya cumbre sagrada resuena la palabra de la liberación, es, ante todo, la imagen del quíntuple Cuerpo Viviente de un desarrollo gnóstico.

Jesús el Señor es el sublime, el perfecto, el hermano liberado que habla al gentío en el interior del Cuerpo Viviente. El se dirige a sus discípulos.

"Discípulo" significa en particular "joven". Por esta razón el Sermón de la Montaña se dirige a todos los que han comenzado a recorrer el camino verdadero y todavía son "jóvenes" en comparación con los liberados, con los hermanos y hermanas mayores.

El Sermón de la Montaña es muy importante para todos los que se encuentran en el Cuerpo Viviente de la  joven Fraternidad gnóstica. En el encontramos el esbozo de un comportamiento que invariablemente conducirá a la gran meta. Además, este importante sermón comienza por una maravillosa consolación, con las "bienaventuranzas". Hasta nueve veces se dice: "Bienaventurados son". No que "serán bienaventurados", ¡sino que "son"! La bienaventuranza es estado de suprema felicidad, un ser verdaderamente liberado.

En un cuerpo gnóstico se encuentran por naturaleza muchos jóvenes. Se hayan en camino hacia la Casa del Padre; y ya en este estadio son saludados nueve veces con un: "Bienaventurados son", insistiendo en son: ya el encontrarse en el cuerpo de la Escuela, siendo un alumno serio, hace que la liberación sea ya un hecho. Esta es la característica de la vida gnóstica: no trae la felicidad suprema, no llama la atención hacia una felicidad futura, sino que es felicidad, que es bienaventuranza.

La historia mundial gnóstica da testimonio de que el gnóstico siempre era y es un hombre feliz y alegre, sea cual sea lo que en la vida en la naturaleza de la muerte pudiera sucederle. Su certeza no es una certeza sugerida, psicoanalíticamente inducida con un ¡Tú eres feliz!, sino que posee la certeza que da la experiencia.

La experiencia: "Estoy en camino y mientras que recorro el camino, la luz viene a mi encuentro; la luz me envuelve; me penetra y no me abandona ya más ni de día ni de noche. La rosa florece y exhala suaves perfumes. Recorro un camino de rosas hacia el que la luz me atrae y me conduce, siendo para mí un guía."

El que vive tal experiencia ¿podía acaso ser infeliz? A alguien semejante ¿puede acaso perjudicarle esencialmente su marcha a través de las vicisitudes del tiempo?. Y todos nosotros podemos de esta misma manera volvernos y permanecer conscientes de esta experiencia.

De lo que se trata es de que usted impulsado por una necesidad interior verdadera, busque con todo su ser, anhele la luz. No por el deseo, pensamiento o sentimiento sino por un anhelo que parte de su estado de sangre: una ansia imperiosa a la que se tienen que sumar todos los órganos y actividades de la inteligencia.

Y así la primera bienaventuranza se hace realidad para usted:

     "Bienaventurados los que aspiran al espíritu;
     porque de ellos es el Reino de los Cielos."

Entonces ya está ampliamente abierto para Ud. de antemano, el atrio del nuevo reino.

Venga hacia la Luz y no espere más.
Tome el Fuego y sea libre.




                         CAPITULO 2

              "Bienaventurados los pobres de espíritu
              porque de ellos es el Reino de los Cielos."


Uno de los pilares angulares de la anunciación gnóstica de salvación es la noción clara de la existencia de dos órdenes naturales: Uno que conocemos, en el que vivimos y el cual comprende dos mitades de existencia: una de este lado y otra del otro lado del velo -dos esferas de existencia que como consecuencia del desarrollo de las cosas se confundirán cada vez más-, y otro orden natural, que no conocemos, en el que no vivimos y cuyas leyes y relaciones que lo rigen no podemos ni imaginar. Un orden de cuya existencia el hombre como masa no tiene la menor idea.

En la filosofía gnóstica denominamos como orden dialéctico al orden natural que conocemos: Es un orden en el que todo se transforma indefectiblemente en su opuesto. El otro, que no conocemos, lo denominamos el orden estático; un orden que carece de lo dialéctico; en él existe un estado de ser eterno, un eterno devenir, un estado con leyes naturales y espirituales totalmente diferentes.

La filosofía gnóstica señala al orden natural desconocido como el genuino, como el orden natural comprendido en el plan de Dios, el verdadero mundo de los hombres. Donde el hombre, vive de un estado de beatitud, de sublimidad; no sin un cuerpo material como en la existencia en el otro lado del velo de la muerte sino en posesión de un cuerpo material glorioso.

El hombre ha caído de este mundo absoluto, al menos nosotros y nuestros semejantes que habitamos aquí. Nos encontramos en un orden de emergencia, cuyo factor predominante en todas sus manifestaciones es una relatividad absoluta, una relatividad de la que nace forzosamente la naturaleza dialéctica.

Estos dos órdenes naturales diametralmente opuestos están comprendidos en un globo, en nuestra madre tierra que,  entre la inconmensurable serie de misterios que nos rodean, constituye uno de los más importantes. Las enseñanzas espirituales y los descubrimientos modernos de la ciencia natural se aproximan entre si en este concepto de la relatividad.

Hace algunos años intentamos demostrar que el orden natural desconocido debe ser comprendido dentro de nuestro globo. Para esto partimos entonces de los descubrimientos de Lorentz, Einstein, De Sitter, y Clay que con su teoría de la relatividad, y consideraciones sobre rayos cósmicos, esferas de calor, así como sobre los mundos expansibles y comprensibles, ratifican totalmente la antigua sabiduría.

A la esfera de calor más elevada, una de las capas más externas de nuestro globo, la denominábamos en estas disertaciones el dominio esencial de la humanidad original, el dominio de los no caídos y de la humanidad regenerada. Por lo que el orden natural que conocemos debe ser visto como la esfera más interior de nuestro globo, y nuestro firmamento como un firmamento planetario comprendido en esta esfera, como un reflejo extremadamente debilitado del universo verdadero.

Por este orden natural desconocido para nosotros no entendemos un mundo celeste, un reino terrestre cultivado, un reino humano sublimado, sino un orden completamente diferente, un mundo totalmente distinto cuyos aspectos no pueden, bajo ningún concepto, ser comparados con este mundo, y que no pueden surgir mediante un desarrollo evolutivo de nuestro mundo. Los dos mundos de que hablamos y testimoniamos son diametralmente opuestos aunque estén comprendidos dentro de un cosmos, dentro de un único globo.

Cuando hace años los Hierofantes de la Luz nos encomendaron la misión de impartir esta enseñanza -cuyos aspectos liberadores son increíblemente numerosos- fuimos conscientes de que nuestro trabajo, ya sólo por este único punto, sería muy difícil. Nuestra expectativa se confirmó plenamente. Al principio, una incomprensión total fue nuestro pago, y apenas algunos pudieron asimilarla conscientemente y dinámicamente.

Nuestra misión era formar un núcleo para una Fraternidad Universal que no es de este mundo, que no es de este orden natural, pero que en esencia y vibración se acoplara totalmente al otro orden natural, el mundo desconocido. No podemos dar a nadie la creencia en el mundo nuevo, Caphar Salama*, el reino de la paz: no podemos persuadir a nadie, tampoco podemos mostrar este otro mundo. No obstante, el trabajo de la Escuela Espiritual de la Rosacruz moderna demuestra claramente que el escepticismo y la incredulidad no han podido impedir la formación del núcleo gnóstico previsto. La enseñanza que se refiere a los dos órdenes naturales ha penetrado nuevamente en este mundo como el sonido del clarín, ya que había suficientes personas nuevamente maduras para recibirla.

Hay hombres que, habiendo consumado todos sus intentos humanitarios; han descubierto que son habitantes de "Efeso", es decir, que están sujetos a las limitaciones de una bondad que puede transformarse en su contrario en cualquier momento.

Hay hombres que habiendo comprendido y experimentado esto, y siendo religiosos bajo todos los aspectos, y comprendiendo por consiguiente que Dios jamás ha podido concebir una degradación semejante, han madurado interiormente en su alma-sangre para esta enseñanza, la cual les abre una perspectiva consciente sobre su vocación de hijos de Dios.

Para estos hombres debemos hablar y testimoniar. Para los otros, los que siguen aceptando un punto de vista de repulsa,

Nota: Ver Christianapolis de Johann Valentin Andreae, comentada por J. van Rijckenborgh, Rozekruis Pers, Haarlem, 1978.

sin importar por qué lo hacen, el futuro decidirá. Lo que  el espíritu no puede aún revelarle debe ser asimilado evidentemente en la escuela de la experiencia. únicamente, esperamos y rogamos que si usted no puede entrar en el campo de cosecha gnóstico, y por consiguiente no estamos emparentados por el espíritu, podamos sin embargo comportarnos honestamente los unos hacia los otros como hermanos. Ya que la historia nos ha mostrado que la enseñanza y las sugestiones del Reino lejano despiertan la animosidad, el odio y el recelo en muchas personas que no las comprenden, si, provocan el asesinato. Las almas son mancilladas y cubiertas de fango, principalmente porque se transmite la nueva, y sin embargo, tan antigua exigencia divina sin ninguna reserva en este aspecto nosotros no queremos saber nada de concesiones.

En nuestra práctica de largos años ante el altar del servicio hemos roto amistades por el amor a Dios desgarrado lazos por el amor de Jesús, y el Espíritu Santo nos ha conducido frecuentemente al camino solitario. Las heridas del tiempo en el que debíamos transmitir personalmente las enseñanzas del Reino lejano se han hundido profundamente en nuestro ser.

Cuando la corriente de la Enseñanza Universal se propaga por la humanidad pro la actividad de sus servidores, el inmaculado blasón de estos trabajadores es mancillado con acusaciones de toda índole. Y cuando se juzga necesario, se niega de otra manera la fuente divina, de que la se abastecen los trabajadores, y se intenta ensuciar el Agua Viva. El yo, se vuelve siempre sumamente peligroso cuando es desenmascarado y frustrado en sus expectativas.

A lo largo de toda la historia del mundo la experiencia de todos los trabajadores de la viña de Dios ha permanecido siendo la misma, y, nadie que vaya hacia la humanidad con la enseñanza de los dos órdenes naturales, puede esperar otra suerte que la de Manes.

Manes era un sublime instructor del siglo III un fiel servidor de Jesucristo. Una gran parte de su doctrina y literatura se ha perdido, destruido, entre otros, por enfurecidos obispos romanos bajo la instigación de Agustín. Manes fue asesinado, decapitado, y, su cabeza rellena de salvado, fue expuesta, clavada en una pica, en una de las puertas de una ciudad persa, para simbolizar siniestramente hasta qué punto Manes debía estar vacío y desquiciado.

Agustín, uno de los fundadores de la iglesia romana se unió a los maniqueos y deseó ser iniciado en sus misterios. Pero los misterios y los valores del Reino lejano sólo son conocidos por hombres renovados y cambiados fundamentalmente, y esta no era la condición de Agustín. Al encontrar las puertas cerradas por todas partes, se inclinó, en tanto que hombre dialéctico, a la reacción opuesta. Y con un comentario insultador: "Yo no he descubierto jamás algo que delate la presencia efectiva de otro orden natural", dejó la orden de los Maniqueos. Como reacción a su fracaso espiritual pasó a intentar erigir un reino de Cristo en este orden natural. En su calidad de uno de los fundadores de la jerarquía romana, aspiraba a una teocracia, un estado clerical que debía sustituir a lo que él no había podido alcanzar.

En aquella época nadie había oído hablar todavía del psicoanálisis. Si no se hubiera sabido ya entonces que una desilusión podía explicar sus actividad posterior.

La actividad de Agustín es continuada, en su forma moderna, por la orden de los jesuitas, y así podemos constatar que el antiguo drama de Judas vive hasta nuestros días su enésima repetición. También Judas deseaba una teocracia terrestre bajo la égida de Jesús, su maestro bien amado. Pero cuando Jesús declaró: que su Reino no era de este mundo, Judas trató de forzar a Jesús.

Dos órdenes naturales, dos mundos están comprendidos en el interior de nuestros cosmos terrestre: uno original y un reino humano actual. Un mundo desconocido y un valle de lágrimas terrenal demasiado conocido.

La gran misión del cristianismo es liberarnos según la conciencia, el alma y el cuerpo del orden natural caído y regenerarnos, también según la conciencia, el alma y el cuerpo para el orden natural original. Esta regeneración debe nacer de abajo hacia arriba, y Jesucristo vino entre nosotros para traer la unión y poner la escalera -la escalera de Mercurio- por la que el alumno puede subir hasta el Reino lejano.

El fracaso de la s comunidades autodenominadas cristianas en este mundo es imputable a la errónea interpretación de lo que realmente es la unión de Cristo con este mundo y con esta humanidad caída, y al hecho de que se intente sin cesar establecer un reino terrestre. Por esto, los que pueden aún ver y oír, empiezan a edificar una nueva construcción gnóstica; intentan realizar en ellos la misión del Cristo, y para ello escalan con El la montaña, con el fin de oír su enseñanza directa y poder comprender su programa de trabajo en sí mismos.

Desde la génesis de este orden natural, "escalar la montaña" la montaña de los Dioses, el Merú- ha simbolizado siempre hacerse digno, para poder recibir cierta enseñanza o sugestiones divinas. Las montañas han sido siempre lugares de iniciación. Todos los pueblos han tenido siempre sus montañas sagradas, y aún hay montañas sagradas donde moran grandes del espíritu. Ya en la antigüedad se conocían leyendas sobre las siete montañas habitadas por los siete espíritus. Comprendemos que aquí se alude a las siete fuerzas cósmicas sagradas que se ocupan de los hombres. Estas fuerzas cósmicas trabajaron a través de los profetas e instructores, y alcanzaron la plenitud de su radiación en Jesucristo. Estas fuerzas abrazan a toda la multitud que se acerca que busca el verdadero espíritu, la multitud que ha llegado a la montaña y espera; y le instruyen diciendo:

"Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque suyo es el Reino de los Cielos"

No debemos banalizar las Bienaventuranzas. Verdaderamente es cierto lo que dice Ouspensky; que el Evangelio en general -y el Sermón de la Montaña en particular- no están escritos para la masa, sino para los participantes de un círculo interior consciente. Uno puede preguntarse si en la Biblia o en cualquier otro libro sagrado se puede encontrar algo destinado a los que permanecen viviendo en el plano dialéctico. La palabra del Señor, liberada de toda invención teológica, es destinada a los que pueden ver y entender y a los que están en cierto estado de aspiración interior. A ellos se les da el consejo de volverse "pobres de espíritu", como un primer estado de ser en el camino de la autorrealización.

Visitando hace años una casa para enfermos mentales, encontramos en el pabellón donde eran atendidos los que sufrían de reblandecimiento cerebral, al pastor del centro haciendo la visita. Nos señaló a los desgraciados que habían alcanzado los grados más bajos de degradación y de estado subanimal, y nos dijo: "Y no obstante, es a ellos a quien se dirigió especialmente la palabra del Señor: ¡Bienaventurados los pobres de Espíritu!". Llenos de asombro, miramos fijamente al pastor, pero él hablaba muy en serio. Desde entonces nos hemos preguntado siempre quién era más digno de lástima; los pacientes en su estado de inconsciencia o este pastor.

Algunos críticos teólogos de la Biblia dicen que en los manuscritos originales del sermón de la montaña debía figurar: "Bienaventurados los pobres". Pero que esto había sido tan explotado por la clase poderosa y hasta tal punto rechazado por la clase pobre y oprimida que prefería no ser en absoluto bienaventurada, que se transformó en "pobres de Espíritu". Con lo cual ambas partes estaban satisfechas y se había hecho una concesión al equilibrio social.

"¡Bienaventurados los pobres de Espíritu", primer estado indispensable para los que quieren recorrer el camino de la regeneración.

Los que se aproximan a la montaña han intentado todo en este mundo. Son, estando vivos, muertos según la naturaleza. No esperan nada mas de este mundo, y, aparte del pago del tributo mínimo que su presencia exige en la naturaleza, no tienen ninguna intención ni ganas de esforzarse más en el plano dialéctico. Ellos suponen y experimentan interiormente la presencia de otra realidad distinta a la de este desorden, pero no la conocen aún. Han oído la llamada, han reaccionado, se acerca a la fuente, pero todavía no pueden coger ellos mismos el agua viva, todavía no pueden aproximarse a la nueva realidad. Ya que no disponen aún de las dimensiones del alma y del espíritu requeridas. Su yo se les presenta, en este estado, como una ficción. No poseen un espíritu que, según se dice, habitaba en ellos, sino una cierta conciencia del yo, un instinto biológico equipado de un poder mental. Se saben hombres-animales.

Pero en ellos hay una inmensa hambre, una intensa necesidad de luz y de fuerza. Buscan y luchan por el verdadero espíritu, que es el suyo, pero que aún  se les es retenido. Aspiran al espíritu que podrá emitir un nuevo fiat creador. Buscan una puerta, pero no la pueden encontrar se encuentran en una profunda necesidad, experimentan una sensación de vacío. La angustia de su alma es profunda, están abatidos y se encuentran vacíos. Son conscientemente "pobres de espíritu". Han perdido toda su seguridad en si mismos toda presunción se ha desvanecido. Se han convertido en hombres sumamente modestos y humildes, ya que se saben parias, conocen su pobreza de espíritu, y a la vez su insatisfecha aspiración al espíritu.

En cuanto este estado psicológico, nacido de sangre y de lágrimas, de tinieblas y de necesidades, es decir, de la vida misma, llega a una crisis, el buscador es atraído a la montaña y oye la voz que dice: "Bienaventurados los pobres de Espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos"

El estado de no ser y de no querer, y de no poder, yendo a la par con la necesidad interior de alcanzar el nuevo estado, crea las condiciones principales para forjar los lazos con el Reino lejano, y sin embargo tan próximo.

Esta pobreza de Espíritu es la condición inicial en el camino de la auto-realización. Esperamos y rogamos que usted se esfuerce en alcanzar esta pobreza, hasta llegar a sus luminosas intenciones.

Toda nuestra vanidad derribada, toda nuestra suficiencia destrozada, la presunción del yo desaparecida, nuestra locura desenmascarada, sumamente humilde pero no obstante absolutamente decidido: éste es el estado de conciencia del pobre de Espíritu. Esta es la puerta del lejano y desconocido reino de la luz, el orden natural estático.

"Bienaventurados los pobres de Espíritu,
ya que suyo es el Reino de los Cielos."





                         CAPITULO 3


              "Bienaventurados los afligidos,
              porque ellos serán consolados"


Decíamos que el alumno que pertenece a la Escuela Espiritual gnóstica y que aspira a la luz desde lo profundo de su ser, es bienaventurado. Y el Sermón continúa enunciando las bienaventuranzas:

     "Bienaventurado el afligido;
     el manso;
     el que tiene hambre y sed de justicia;
     el misericordioso;
     el limpio de corazón;
     el pacificador;
     el que padece persecución por causa de la justicia;
     el que es insultado y ultrajado
     a causa del amor de Cristo."

La aspiración al espíritu se relaciona con la actitud muy particular del alumno frente a la luz. Pero en la segunda bienaventuranza se nos describe más ampliamente el tipo del verdadero alumno: "Bienaventurado el afligido"

La "aflicción" de que se trata aquí no tiene relación con el sufrimiento personal. ¿Podría alguien estar abrumado por los propios padecimientos cuando camina y vive en la luz?

No, esta aflicción alude al alma que se desgarra ante el sufrimiento del mundo y de la humanidad. Este sufrimiento posee tantísimos aspectos y es tan abrumador que su descripción no tiene fin. En la naturaleza de la muerte, el sufrimiento es inconmensurable cada segundo se elevan billones de lamentaciones de los incontables seres que sufren y la atmósfera se desgarra por los alaridos de innumerables dementes. Parece como si de este mundo con cada latido del corazón se percibiera un suspiro y gemido que todo lo abarca. Por eso el grito del mundo es un huracán de angustia y dolor. Quien sabe algo de esto, quien experimenta algo de esto, sufre el dolor del mundo hasta en cada átomo de su ser. Una gran tristeza le invade; el se aflige, conmovido por la más entrañable compasión.

¿Tendrá alguna vez un final semejante sufrimiento? Y la luz responde. La luz contesta con un consuelo:
"Bienaventurados los afligidos,
porque ellos serán consolados"

¿En qué podría consistir este consuelo? El consuelo del discernimiento y de prepararse para ser un verdadero auxiliador.

¡Hay un final para todo sufrimiento! En primer lugar existe un final natural ya que todo lo que nace en el tiempo y adquiere una forma en él será destruido por el tiempo usted lo sabe.
Todo sufrimiento, por grande que sea, finaliza en la naturaleza de la muerte; el final que es la desaparición de la personalidad. El candidato es así consolado con la certeza de la muerte. Pero lo que, desde el punto de vista de la personalidad es destruido y finaliza, es conservado en el ser aural del microcosmos, de tal forma que la generación siguiente recibe de forma innata el sufrimiento.

Por lo tanto, el consuelo no se acaba en la certeza de la muerte, ya que la muerte no es más que una interrupción del sufrimiento. No, este sufrimiento aplazado también, debe ser "engullido" al llevar de regreso al hogar a todos los errantes en la oscuridad del mundo de la dialéctica. Y es entonces cuando el candidato recibe para ello discernimiento, discernimiento en el infatigable trabajo de la Gnosis, que inició su trabajo de redención en los orígenes del tiempo, que lo ha continuado hasta este momento y que continuará hasta que la última alma haya pasado el puente de los suspiros y entre en el mundo donde el dolor ya no existe.

Quien alcanza el discernimiento relativo a la gran redención de todos, quien llega a contemplar el gran plan sabe que en esto la eternidad se enfrenta al tiempo. ¿Quién podría seguir teniendo penas y qué sufrimiento podría subsistir allí donde aparece la luz de la eternidad?

Que consuelo llega al alumnado cuando se padece por el sufrimiento del mundo. ¡Bienaventurados los afligidos,
porque ellos serán consolados!

Aquí, no se trata en ningún aspecto de un consuelo negativo, sino de un consuelo altamente positivo. ¿Qué alumno no se sentiría ceñido por una fuerza poderosa, sabiéndose capaz de ayudar a aniquilar este inmenso sufrimiento, pudiendo tomar parte en la marcha victoriosa al servicio del mundo entero y de toda la humanidad? Sí, se nos permite ayudar, podemos y debemos hacerlo y ¡la victoria está asegurada de antemano!

El que ayuda de esta forma ya no languidece más de sufrimiento, ya que enarbola los puños en un acceso de resistencia contra las consecuencias del pecado. El que recorre el camino de la victoria, unido a la fraternidad de la luz, acomete con gran mansedumbre las causas profundas.

Y ya en el transcurso de este trabajo, la estrella de Belén brilla encima de la gruta del nacimiento.




                         CAPITULO  4

              "Bienaventurados los afligidos,
              porque ellos serán consolados"


Sobre la sepultura suenan las palabras del orador, que ha dedicado algunos pensamientos, llenos de recuerdos a él o ella que se ha marchado de nuestro lado. Lleno de compasión por los que quedan, envuelve a los afligidos con la dulzura de las palabras pronunciadas antaño en la montaña. Intenta animarlos con este consuelo, con este bálsamo del alma, con simpatía afectuosa, con una mirada comprensiva. Y desde luego, tiene éxito. Las cabezas se enderezan y un poco de luz entra en los corazones ahogados por la pena.


Tal vez usted ha sido ya consolado alguna vez de esta forma por un amigo o un pariente que aligeró la pena, que usted tenía que llevar. Pero, debe considerar que la tristeza que usted sentía era una consecuencia lógica, cuando una muerte antinatural y cruel nos arranca a uno de nuestros seres queridos. Sin embargo, el consuelo del amigo comprensivo y sus pensamientos llenos de amor nunca pueden hacer de esa tristeza una bienaventuranza. Este consuelo que proviene del corazón de un amigo es limitado, por dulce e indispensable que sea.

Si la bienaventuranza pudiera venir de una tristeza y de una consolación de este tipo, el mundo estaría ya lleno de bienaventurados, ya que la muerte llama a todas las puertas y el porcentaje de los que no lamentan sus muertos es relativamente mínimo.

Podemos asegurar, con certeza, que la tristeza burguesa, aunque es muy comprensible, no tiene nada que ver con el concepto de "bienaventuranza". Queremos atarle esto bien en su corazón, ya que más o menos todos los teólogos comparten la opinión de que esta bienaventuranza está ciertamente destinada a las formas ordinarias de adversidad terrestre.

Se puede comprender que se enseñe una superficialidad semejante, pero es menos claro como se puede mantener en la práctica de la vida corriente dicha enseñanza. Es posible atribuir esta falta de profundidad e inteligencia a la banalización y profanación del término "bienaventuranza".


La bienaventuranza es, en sentido gnóstico, un estado de apaciguamiento y felicidad supremo, según el espíritu, el alma y el cuerpo. La bienaventuranza es una plenitud de alcance espiritual y de felicidad espiritual. No puede añadírsele nada más, se basta a sí misma. Ella es todo; es Dios mismo, manifestado en el hombre.

Sin embargo, para las iglesias, la bienaventuranza, es el estado de los muertos que, por su muerte son admitidos en una comunión con Dios. Y, según la opinión eclesiástica, probamos a lo sumo un anticipo de la bienaventuranza cuando, habiendo vivido según las normas religiosas, recibimos una perspectiva de esta bienaventuranza final durante nuestra vida. ¿Siente usted la profanación del concepto "bienaventuranza"?.

En sentido gnóstico, el lugar donde se está no tiene ninguna importancia. La bienaventuranza puede ser un presente absoluto, aunque las adversidades terrestres le rodeen como un muro. Mientras que en el segundo sentido se convierte en una especulación, con la que las iglesias a través de los siglos, han intentado hacer descargar las calamidades de la masa: "Aquí puede usted ser pobre y miserable, ser explotado y maltratado pero luego le llegará su turno, basta con que usted aplique las invenciones teológicas" la iglesia le dará un lugar reservado para usted en el cielo.

"Bienaventurados los afligidos,
porque ellos serán consolados"

¿Advierte usted el embrutecimiento de la masa causado por tal religión? ¿Comprende usted por qué ciertos grupos siempre han necesitado, en este mundo, de la iglesia para sus prácticas? ¿Comprende usted la necesidad de porque se ha vuelto necesario un trabajo gnóstico, ahora que los primeros resplandores de un nuevo sol dispersan la niebla.

Su sufrimiento natural, por muy comprensible, muy insuperable que sea, no le hace bienaventurado. Los consuelos que a causa de su tristeza usted recibe aquí, en la tierra de sus amigos, de sus correligionarios o de sus guías espirituales, pueden serle más o menos útiles para seguir en pie, pueden ayudarle a mantenerse sin llegar al suicidio, todo este consuelo puede calentar más o menos el frío del mundo, pero no es absoluto. Le ayuda a olvidar momentáneamente el espectro de la tristeza, pero ésta permanece latente y de vez en cuando le salta nuevamente a la garganta. Uno puede con coraje envalentonarse contra este dolor, pero las calamidades naturales no disminuyen así... y la bienaventuranza sigue estando lejos.

Un mar de calamidades se ha desatado sobre nuestras cabezas durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Los fantasmas de la adversidad, que acompañan en cada instante a toda una generación, vomitaron sobre nosotros su lava incandescente como si fueran volcanes. Aun así, nadie puede pretender que estas catástrofes nos hayan santificado ¿Quién pudo entonces aliviar con palabras el sufrimiento? ¿Quién pudo entonces por medio del consuelo burgués hacer brillar un poco de luz en los ojos de los hombres? ¿Cómo después de esta bancarrota desesperanzadora y de esta culpabilidad inconmensurable de las corporaciones religiosas se osa hablar todavía de una futura bienaventuranza?

"Bienaventurados los afligidos,
porque ellos serán consolados"

En esta bienaventuranza no hay lugar para ninguna tristeza según la naturaleza. El consuelo con palabras, con pensamientos o con actos aplicados como reacción a la tristeza, según la naturaleza, no puede ser el objeto de esta bienaventuranza. Para la conciencia del hombre sensible a la Gnosis esto es una certeza irrefutable.

Nos parece bien detenernos un momento sobre el humanitarismo, cuyo culto y perspectivas rechazamos. Todo humanitarismo nace del pensamiento y de la necesidad interior de suprimir los efectos y las causas de todas las calamidades. Todo humanitarismo proviene en el fondo de motivos de consuelo que maduran en el hombre cuando contempla el sufrimiento de los hombres y del mundo. El humanitarismo es la bondad organizada que corre tras el mal sin poder alcanzarlo jamás. El humanitarismo intenta neutralizar el mal, pero en el transcurso de los siglos siempre se ha quedado muchas vueltas atrás en la carrera de la dialéctica.

La antigua y sublime sabiduría china de hace milenios estaba ya profundamente convencida de esto. El gran Lao Tse nos explica claramente que toda bondad organizada es la consecuencia del hecho de que el hombre haya abandonado el Tao, el verdadero camino. Dice textualmente: "Entonces los hombres se volvieron inseguros en su ejercicio de la beneficencia, esforzándose por todos los medios en ejercer el derecho. El sublime Tao desapareció entonces, y la filantropía y la equidad, la sagacidad y el ingenio aparecieron, y junto con ellos una gran hipocresía."

Lao Tse, en su incomparable y directa profundidad de espíritu, coloca el hacha en la raíz de la justicia humana, de la ciencia humana y del amor humano. Desenmascara todo el orden humano, como una monstruosidad antinatural en el orden de Tao. Y el eco de esta asertación se encuentra en la Biblia: "La sabiduría de los hombres es locura ante Dios".

Es natural que un hombre algo educado en el culto de la bondad y que constata la tristeza del hombre y del mundo, se esfuerce al máximo espontáneamente -en virtud de su ser y por necesidad interior- por aliviar esta tristeza y en lo posible erradicar la causa que la origina. Es una reacción natural de la bondad en la antinaturaleza. ¿Quién podría recriminarle si usted está alineado entre los humanitaristas, quienes en el transcurso de los siglos, han ayudado y sostenido a la humanidad en su peregrinaje por la tierra?. Poner objeciones tendría, además, pocas posibilidades de éxito, ya que el hombre bondadoso actúa por necesidad interior. ¿No puede dejar de hacerlo?. ¿Acaso no es su segunda naturaleza? y ¿esto demuestra sus cualidades bondadosas?

Sin embargo, nuestras objeciones contra el humanitarismo no van en contra de esto. Incluso, de todo corazón estamos dispuestos a sostener cualquier esfuerzo humanitario, noble y necesario: Estamos dispuestos, bajo todos los aspectos, a aceptar las transcendentales consecuencias, y la comunidad espiritual a la que pertenecemos lo ha testimoniado a lo largo de los siglos.
Pero, igualmente, es esta misma comunidad espiritual ha hecho comprender claramente, en el transcurso de los siglos, que la aplicación del humanitarismo más perfeccionado, incluso con todos sus aspectos idealistas religiosos, es de la naturaleza y conforme a la naturaleza y por consiguiente es compañero del mal.

El humanitarismo no trae la bienaventuranza ni el consuelo absoluto: no acaba con la muerte ni destruye el cáncer de nuestro cuerpo, ahora bien, en esta sociedad, el humanitarismo tiene una misión que llevar a cabo, ya que la anarquía en el terreno social, político y económico de este siglo deberá ser desterrada por él. Pero ¿qué ocurrirá entonces? Entonces se hará evidente que el humanitarismo no puede ofrecer la bienaventuranza, ni el consuelo absolutos ya que la fría, dura tristeza según la naturaleza seguirá existiendo bajo sus formas archí conocidas, y para colmo, también bajo formas nuevas.

En las fases de la prehistoria, la humanidad conoció civilizaciones muy avanzadas que decayeron, porque la ley de esta naturaleza es dialéctica. Si usted no comprende todo esto, si su pensamiento no puede ir más lejos, continúe aprendiendo en la escuela de la experiencia.

Nosotros decimos: sea espontáneamente humano, en virtud del estado de ser, no eluda un trabajo humano cuando lo encuentre en su camino, y en la medida en que ese trabajo le permita aportar una contribución para la directa curación de las heridas producidas por el desorden del tiempo. Pero vea todo esto como algo evidente, como la línea de conducta que surge de su ser, concibiendo profundamente al mismo tiempo, que el reino del que habla Jesucristo, él Tao, no es de este mundo, no es de esta naturaleza. Que usted aparte del humanitarismo natural y evidente -que, sin embargo, le puede liberar de esta naturaleza-, debe poseer otro estado de conciencia, otro estado de alma y de cuerpo que no es de este mundo. Este debe ser la principal orientación de su ser. Es en él donde debe centrarse su razón. Todo el resto es un acto reflejo. El que, en Jesús el Señor, se ha liberado de la naturaleza, es evidentemente humano en la naturaleza, pero sin considerar por ello este humanitarismo como capital y liberador.

"Bienaventurados los afligidos,
porque ellos serán consolados"

Si el hombre-Dios, que habla sobre la montaña, no es un demagogo; si la bienaventuranza no puede surgir de la tristeza; si el consuelo natural no puede eliminar esta tristeza ni proteger contra el aumento de las calamidades, ¿qué sentido puede tener entonces esta bienaventuranza? ¿Quiere ella elevarse en la moral y la razón como en la palabra Divina enviada por la eternidad?.

Hay una aflicción, hay una tristeza que no se puede explicar desde la naturaleza. Esta tristeza es parte de los que son dignos de ser elevados hasta la Montaña de las Bienaventuranzas; los que trabajan en este mundo en nombre del Reino lejano con el fin de sostener la revolución espiritual, la regeneración hacia la luz, hacia el Tao y con el fin de llamar a la humanidad, y definirse en la verdadera misión de bondad, verdad y justicia.

Hay una multitud de trabajadores, una multitud de amigos de la humanidad, repartidos por el mundo entero, que se esfuerza al máximo para grabar en la humanidad de esta naturaleza el principio de la naturaleza divina. Este trabajo produce una gran tristeza, porque los trabajadores experimentan la inmensa dificultad de este trabajo y lo lento que avanza. El esfuerzo realizado no tiene ninguna relación con el resultado alcanzado.

Esta aflicción no proviene de ningún sufrimiento natural; no se trata de llorar a los parientes o a los amigos muertos; tampoco de las calamidades que ocurren en el mundo y que provocan tantas tristezas. No, aquí hay un intenso sufrimiento porque ellos vienen ofreciendo gratuitamente los tesoros espirituales y liberadores más magníficos, ellos vienen con una gracia divina, con un saber salvador y con la llave del sentido de nuestra vida, y entonces aquellos a los que se dirigen rehuyen fríamente sus dones, sí, encuentran su trabajo molesto, peligroso para la tranquilidad de su espíritu. Aquí hay una aflicción porque dichos trabajadores experimentan que en muchos la conciencia es aún demasiado primitiva, la sangre demasiado espesa, el ojo demasiado oscuro para poder percibir y asimilar. Porque tienen que ver como los hombres se hieren y se desgarran mutuamente; y se afanan por correr tras las sombras que ofrece el mundo, mientras que, por inconsciencia, desdeñan lo único necesario.

Pero comprendamos bien, la tristeza no proviene de la oposición y sus consecuencias ni de los golpes, que acompañan  inevitablemente al santo trabajo, sino de lo defectuoso que es el poder de asimilación del hombre, que engañado por las tretas y estratagemas de la conciencia del yo, no puede ver su verdadera felicidad. Es una aflicción que emana del Amor absoluto, que es rechazado. Es la aflicción del Cristo, el velo de tristeza que cubre su manifestación Jesús. Es la aflicción de Jesucristo cuando en el monte de los Olivos eleva las manos extiende los brazos y dice:

"¡Jerusalén, Jerusalén! ¡He querido reunirte, como la gallina a sus polluelos, pero tú nos has querido!".

"Bienaventurados quienes están afligidos,
porque ellos serán consolados".

¿Qué significa esta bienaventuranza? ¿Cómo debemos comprender este consuelo? El estado de bienaventuranza es un estado de paz y de felicidad supremas. Y, cuando ahora, por Jesucristo, por la vibración Crística de nuestros días, se dice en la montaña: "Bienaventurados los afligidos", sabemos que la causa de nuestra aflicción será arrebatada; y que el velo de tristeza que se ha extendido sobre nosotros será desgarrado; que nuestro trabajo interior alcanzará su más alta confirmación, y su felicidad más íntima. Los trabajadores de la viña saben entonces que la bienaventuranza nacerá en el trabajo, por el trabajo y del trabajo. Ya no se tratará solamente de una experiencia individual, pues ella se ha vuelto impersonal, y esta bienaventuranza es la felicidad absoluta y el logro absoluto de muchos.

Este es el consuelo que elimina la aflicción. Es el humanitarismo divino; es el amor de Dios que sobrepasa toda comprensión. La bienaventuranza está  siempre presente, tanto ahora como en el futuro. En un estado de desarrollo que resulta del verdadero trabajo liberador. Que crece de abajo arriba. Todo afligido ha experimentado ciertamente un sin fin de pruebas de bienaventuranza en la vida real, cuando en el camino del servicio pudo orientar un alma hacia la luz.

Y donde la realidad del estado de bienaventuranza no está todavía en equilibrio con el resultado del trabajo, el consuelo viene: el consolador divino levantando continuamente a su servidor maltratado, fatigado y abatido, le vitaliza con una energía nueva para que continúe trabajando afanándose, con la cabeza en alto, para ver al fin nacer la nueva realidad: el eterno Tao.

"Bienaventurados los afligidos,
porque ellos serán consolados":

Es el segundo estado de ser en el camino del servicio.





                         CAPITULO 5

              ¡Bienaventurados los afligidos
              porque ellos serán consolados!

Basándonos en las bienaventuranzas del sermón de la montaña. hemos analizado dos estados de ser en el camino de la regeneración de la conciencia, del alma y del cuerpo. Hemos visto que la pobreza de espíritu se relaciona con la noción de que existen dos órdenes naturales: aparte del mundo en el que vivimos existe otro orden mundial concreto, sublime y glorioso que no conocemos, pero que no obstante está comprendido en nuestro cosmos planetario.

El alumno que en el camino ha penetrado en el conocimiento de la existencia de un reino de luz tan lejano y, sin embargo, tan cercano, y sabiéndose, en este oscuro orden del mundo caído, con su yo según la sangre, el alma y el cuerpo, llega al descubrimiento de que en su ser reina una absoluta pobreza, un profundo abandono espiritual, una vida absolutamente fracasada.  Adivina el juego siniestro del bien y del mal, y aunque está atado con todo su ser a este mundo caído y por su constitución no puede vivir ni un segundo fuera de las leyes naturales de este espectro (incluso de respiro en respiro tiene que, por necesidad vital, inhalar el oxígeno cargado de miasmas venenosas) aun así, emprende el alejamiento de principio de esta vida dividida.

¡El está en el mundo! ¡El es del mundo por fuerza!. No puede negar este mundo ni sus leyes. A pesar de que concibe totalmente su pobreza, su impotencia y su existencia tortuosa, levanta la cabeza ahora que el claro saber de otro orden mundial vibra por su ser; y como un resplandor fulgurante una decisión positiva recorre sus arterias: "Ya no quiero pertenecer más a este mundo".

Entonces, escucha las risas afrentosas de los burlones, e inteligentes según la naturaleza, quienes alzan los hombros y sacuden su "sabia" cabeza, porque este hermano extraño no quiere permanecer en la costumbre y quiere dejar de ser un juguete manejado por las corrientes naturales. Lo toman por un chiflado.

Pero, ¿es que acaso no lo es? Quiere un mundo que no se conoce y que él mismo no conoce. ¿No es un cazador de quimeras? ¡Que poco práctico! ¡Que fanático! ¡Es un tonto!. Un puro, tal vez, pero un puro chiflado, ¡un Parsifal! Entonces se le persuade, se le conjura a abandonar sus estúpidas ideas.

¿Lo ha experimentado usted ya? ¡No puede desaparecer de la naturaleza ni abandonarla silenciosamente!. Todo ocurre como si unos poderse terrestres formidables intentaran retenerle a usted en especial. Una secuela de adversarios es movilizada a veces, se actúa, incluso, a través de sus mismos amigos con el fin de impedir su partida. Se le hacen las cosas muy difíciles.

Y en medio de este caos de tensiones, y de dudas, la iluminación espiritual viene y usted escucha la frase dicha en la montaña: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los Cielos."

El necio en la escala natural, es inflamado en la luz Crística. Por la gracia de Dios establece una unión directa y efectiva con el reino de la luz, siempre adivinado pero nunca visto. El peregrino se convierte en poseedor. Es el primer estado de ser en el camino de la regeneración. El alumno ha llegado al manantial y extrae el agua viva gratuitamente.

¿Y entonces? ¿No está todavía en la misma realidad dividida? ¿Es salvado ahora?

¡Si y no! Por su unión con la luz es ahora un bienaventurado, un liberado; pero tiene que experimentar esta eternidad y esta plenitud en el tiempo. Esto significa que el orden divino estático posee ahora, por el alumno, un núcleo en el orden dialéctico caído. Este alumno es utilizado para romper, de abajo hacia arriba, esta decadencia en todos sus aspectos y a renovarlos para que, a través de él y de sus semejantes, la eternidad penetre en el tiempo como una revolución divina puesta en  marcha, continuada y realizada por cabezas, corazones y manos de hombres.

¡Ya que, según el mandato divino, Dios no contraría jamás a su creación, sino que desea esclarecer y hacer triunfar a su creación por su criatura! He aquí por qué, desde un punto de vista superior, el alumno que se ha elevado al primer estado de ser, en el mundo pero sin ser más del mundo, se encuentra en un estado privilegiado.

¡Comprenda bien estas palabras! A partir del momento en que el alumno ha agarrado, consciente y directamente, la eternidad y la bienaventuranza en el tiempo, un cambio completo se opera en él. El, el extranjero en el mundo, que se había despedido del mundo, se dirige ahora hacia el mundo y se lanza hacia él a cuerpo descubierto. El alumno se abre un camino a través del mundo -de la misma forma en que el minero orada y profundiza una galería poseído por su misión; heredar el reino terrestre por la bondad, la verdad y la justicia estáticas y nuevas que irrumpen en él a través del sufrimiento.

La eternidad debe ser establecida en el tiempo. La capa inferior de decadencia debe ser purificada para que nuestro cosmos planetario se acople de nuevo armoniosamente en el coro de las estrellas.

Cuán duro, desalentador, pesado y casi desesperado es este trabajo comenzado con un entusiasmo ilimitado y una felicidad que deja sin habla. Las manos de los hombres se agarran a la naturaleza, y cuando los nudos son desenredados, estos  hombres permanecen ciegos, y si ven, no pueden andar...

El oscuro enemigo clásico siembra siempre la cizaña en el campo apenas desbrozado y los espejos se arquean de tal  manera que ya no reflejan luz, sino caricaturas. La construcción amenaza con caer, las fisuras aparecen donde la oscura maldición azota. El trabajador debe estar en todas partes a la vez y en el momento más peligroso, en el momento en que el trabajo exige toda su vigilancia, su atención es desviada de forma consciente, organizada y refinada.

Entonces, el alumno debe demostrar que, realmente, lleva consigo la bienaventuranza en el tiempo, como una posesión de su sangre. Ya que, cuando se está mortalmente fatigado y abatido por la aflicción, casi vencido, su naturaleza le aconseja: "Abandónalo, ya es bastante", y el tentador dice: "Los hombres son perros cobardes y asesinos. Déjalos morir en su estercolero. Vive en la luz que tú posees."

Pero la ley del amor universal del reino lejano dice: "Hermano, hermana, persevera a pesar de tu amargo sufrimiento."

Este es el dilema, la prueba. Lo importante, entonces es saber si la ley del amor universal vive como una posesión clara en la sangre del corazón del alumno. Seguir una ley, implica siempre unos límites; pero llevar la ley en sí, ser la ley, es ser autónomo, es ser totalmente libre.

Admitamos que el alumno sale del dilema con la resolución interior: "A pesar de mi pena amarga, perseveraré porque la ley del amor universal  está realizada en mí."

Se puede entonces preguntar: "¿Cómo podría esperarse algún éxito más?" ya que, con todas sus posibilidades y todos sus talentos el alumno se ha ofrecido a sí mismo en el altar del servicio sin un resultado liberador. ¿Cómo puede elevarse el alumno por encima de su estado de aflicción?

Es el segundo estado de ser en el camino de la regeneración el que resuelve esta dificultad, estado de ser expresado por las palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados."

El peligro de estancarse o desviarse en el camino del servicio, motivado por nuestra naturaleza que por su esencia rechaza al espíritu, es compensado por el consuelo enviado por el lejano reino de la luz. Este consuelo es el bálsamo de Galaad que cicatriza todas las heridas, aumenta las energías y sostiene el trabajo emprendido mejor que todos los pensamientos y todas las plegarias.

Este consuelo es una fuerza Crística, una fuerza vital de múltiples aspectos que cambia la debilidad del alumno en una fuerza invencible. Este consuelo de la bienaventuranza engendra un número infinito de posibilidades que demostrarán sus aspectos plenos de gloria en el camino del servicio.

Sólo entonces el alumno está totalmente preparado. Su objetivo, su vocación y su tarea está apoyados ahora, en el tiempo, sobre dos columnas, sobre las dos columnas inquebrantables del verdadero Templo: Boaz y Jachim.

¡No le han sido regaladas! Han sido construidas de abajo hacia arriba. Mientras el alumno usaba la paleta, reía alegremente , y con cantos de alegría veía cómo se levantaba la blanca construcción. No obstante, la mayor parte de las piedras fueron colocadas con la argamasa mojada en lágrimas. Cuántas veces hizo falta deshacer y volver a hacer, constatando con la escuadra, el nivel y la plomada que las aristas no estaban derechas. Pero ahora ha salido el Sol, ilumina el monumento completo y acabado. Sí, en verdad, los que siembran con lágrimas, cosecharán con alegría, y heredarán el reino terrestre.

¡La Eternidad vencerá al tiempo!




                         CAPITULO 6

                             
                "Bienaventurados los mansos,
             porque ellos heredarán la tierra."


Las bienaventuranzas que analizaremos a continuación -después de los dos primeros estados y condiciones primordiales, después de la erección de los dos pilares- se refieren al método apropiado con el que el alumno debe proseguir su trabajo y que le debe conducir a la victoria.

Recuerde lo que le hemos dicho al principio sobre el Sermón de la Montaña en general y sobre las bienaventuranzas en particular: están destinadas a los que quieren recorrer el camino de la triple regeneración a los que ya han dado positivamente los primeros pasos en dicho camino.

"Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra."

Estas palabras pronunciadas sobre la montaña, son también una cita del Salmo 37, versículos 10 y 11, donde se dice:

"Aguarda un momento: ya no está el malvado;
fíjate en su sitio: ya no está ahí;
mas los mansos poseerán la tierra
y disfrutarán de paz abundante."

¿Qué significa ser manso? Véalo a la luz de las explicaciones precedentes.

La mansedumbre es el coraje absoluto que no puede ni quiere forzar nada, en virtud del estado interior del alumno. La primera columna es la unión con el Reino, y la segunda es la fuerza para realizar el trabajo. Esta doble gracia Divina debe ser establecida en la naturaleza con mansedumbre, y con mansedumbre debe alcanzarse la gran victoria.

El coraje según la naturaleza siempre es forzante. La mayoría de las veces es la expresión de un pasión. Actuando bajo su empuje, el hombre se asemeja a un desvalijador. El coraje según la naturaleza hiere, destruye o desgarra siempre.

Pero el coraje nacido del orden espiritual de Jesucristo es el efecto de un renovado equilibrio de la voluntad. El manso no anhela éxito inmediato y deslumbrante, pues sabe que su esplendor es pasajero. El manso no se desalienta cuando el resultado del trabajo tarda en venir, ni cuando el campo de trabajo es alcanzado por la actividad satánica. Detrás de cualquier barrera ve el alcance definitivo de su objetivo, que irradia como un sol que nunca desciende. Por eso avanza en su camino silencioso y decidido, como alguien que recorre el camino y aspira a su objetivo, sin dejarse desviar por los resultados del comienzo.


El coraje, fruto de un espíritu renovado, es siempre impersonal, desprovisto de toda crítica y no se detiene ante las cosas secundarias. Cuando los hombres dicen: "Qué triste y oscuro es su campo de trabajo", el manso responde: "No debe existir otro que lo sea más” pero más decidido que nunca continúa. No se desanima ya que ve relucir la victoria detrás de cada cosa. El heredará la tierra. ¡ni más ni menos!

El no presta atención alguna a los rumores buenos o malos. Poco le importa cómo se reacciona, o lo que se piensa, dice o hace de su trabajo y de el mismo, aunque lloren o rían a causa de él. El heredará la tierra.

El manso, en nombre de la eternidad, arde en el tiempo como una luz silenciosa, y el consuelo crístico es el combustible que no cesa de afluir con una regularidad constante.

¿Acaso el manso es el místico negativo, cuyo único deseo aquí abajo es resplandecer y soñar con el futuro?

¡En absoluto! El manso según el espíritu es de otra manera totalmente distinta. Cuando el oscuro enemigo clásico ataca su campo de trabajo, lo convierte en una caricatura y siembra la cizaña entre el puro trigo, su estrategia y su lucha son completamente diferentes de las que puede inspirar el coraje según la naturaleza.

El manso es impersonal, queriendo decir con esto que no ataca al oscuro enemigo. No permanece parado en el momento, sino que al no tener en cuenta al mal ni a sus sugestiones, redobla su energía. Frente a la desarmonía de la naturaleza, coloca la armonía del país divino de la luz.

Sembrar la cizaña, la inquietud y dividir para reinar es un viejo método jesuita para destruir desde el interior el trabajo del campo adversario. Se especula continuamente sobre la tendencia natural que tienen la mayor parte de los hombres a curar esta infección por el método antipático. El manso rodea al maléfico  foco de infección, no con antipatía personal, sino con simpatía impersonal. Lo envuelve con el calor de su amor, continua tranquilo en su trabajo consecuente. Y así, el foco de infección debe desaparecer rápidamente como la nieve bajo el sol.

A eso se refiere el Salmo 37, versículo 10: "aguarda un momento: ya no está el malvado; fíjate en su sitio: ya no está ahí." Esta cita está señalada en las antiguas versiones de la Biblia con el nombre de "Vau".

El significado de la letra hebrea "Vau" nos enseña que hay una fuerza que hace la demarcación entre virtud y vicio; que hay una ley divina que acompaña a la luz y que, impersonalmente y en virtud de su ser, separa lo vicioso, lo injusto y lo oscuro, de lo virtuoso y lo verdadero.

Si lo verdadero tuviera que atacar a lo falso y combatirlo, crearía como consecuencia un lazo con el mal, nacería una unión entre el alumno y la naturaleza, y el primero terminaría por ser desviado definitivamente de su trabajo y se perdería en las fluctuaciones del tiempo. Mientras que ahora, ¿que podría dañarle? Ardiendo como una vela en el templo universal, llevado por el principio de la "no reacción", él ve a sus enemigos rechazados por la espada del amor: "Fíjate en su sitio: ya no está ahí."

El enemigo oscuro abandona su enésimo intento, pero más tarde, bajo otra forme, le probará de nuevo y volverá a sufrir una nueva derrota. Los mansos, nacidos del orden espiritual de Jesucristo, heredarán la tierra y se alegrarán en paz.

Tenga el coraje, amigo, de ser manso. Para ello luche con su única arma: la luz ardiente del amor impersonal. No fuerce nada, no sea jamás agresivo, y deje que la mansedumbre realice el milagro de la victoria.

"¡Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra!"





                         CAPITULO 7

               "Bienaventurados los que tienen
   hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados."


Esta frase parece un grito sacado del corazón de los hombres de nuestra época, la cual fue expresada fuertemente sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial. En esa época había, en efecto, millones y millones de hombres hambrientos y sedientos de justicia. En el transcurso de cinco años, esta hambre y esta sed de justicia se había vuelto una fiebre. Este hambre consumía los nervios y los corazones de los hombres desamparados y atormentados, devorando la carne de sus cuerpos al igual que lo hacía la escasez de alimentos.

Cada persona que tenía sus sueños de justicia y durante horas explicaba en sus conversaciones cómo -según él- debía ser la justicia y la forma de realizarla. Cada uno se imaginaba participando en la realización de la justicia y con un sentimiento de satisfacción la veía realizarse.

Sí, en aquel entonces, todos tenían hambre y sed de justicia! Pero una vez saciada más o menos esta ansia de justicia, ¿se entró en un estado de bienaventuranza esto es un estado de satisfacción y felicidad espiritual suprema?

Es evidente que se tenía hambre y  sed de justicia, pero preguntamos: ¿Se tenía esta misma hambre y esta misma sed antes del gran incendio mundial? ¿La tenían ya cuando todavía se complacían en la abundancia y cuando no faltaba de nada? ¿Cuando los parados, los pobres de esa época parecían vivir con soltura en comparación con la penuria de los últimos años de guerra? ¿Se pasaba también entonces noches en vela, amenazado por el hambre de justicia? ¿Se temblaba de indignación cuando se pensaba en la injusticia del mundo?

¿No fue más bien que la mayoría se arrellanaron totalmente en una paz liberal y burguesa? ¿No se pensaba que los que en aquella época elevaban la voz pidiendo más justicia eran unos necios alborotadores? ¿Acaso se dormía un segundo menos y se conmovían al menos un segundo por el hambre de justicia de muchos? ¿No se encontraban más bien frente al hambre de justicia de muchos con una fría indiferencia? ¿O con complacencia extremadamente educada, civilizada y cuidadosamente estudiada, pero vacía y pérfida, dejando el corazón completamente impasible?

¿Ha llegado usted a la conclusión de que las causas del presente deben ser buscadas en el pasado? ¿Y que, no habiéndose inquietado en absoluto en el pasado por saber si reinaba la justicia, ya que hasta este momento la injusticia no había atravesado nunca el umbral de su puerta, no tiene el más mínimo derecho de hablar de derechos? ¿Puede usted admitir ya la idea de que ha contribuido activamente a desencadenar la injusticia pasada y presente, y que, en consecuencia, usted es  corresponsable? Como la gran mayoría, usted ha negado durante años el derecho en este mundo y ha considerado unos revolucionarios o necios idealistas a los que lo pedían.

Sin querer juzgar demasiado temerariamente, debemos constatar, al menos, que había algo que no funcionaba en este poderoso deseo de justicia de innumerables y que este tenía característica más o menos egoístas. El yo se vio en aprietos, su yo era atacado: ¡de ahí su deseo de "justicia"!

"Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia."

Muchos tienen la convicción absoluta de que ya poseían su deseo de justicia desde hacia tiempo. Nosotros queremos hacerles vacilar en su convicción. Hágase su propio test psicoanalítico. Constatará sin duda que en la mayor parte de los casos su deseo de justicia ha sido la consecuencia de una injusticia personal sufrida que no ha podido superar.

Es un hecho que la experiencia personal participa muy directamente en la formación de nuestra conciencia; pero la experiencia no es siempre la mejor maestra en estos casos. Los reveses de nuestra vida social, las dificultades con nuestras personas íntimas, nuestra salud y muchas otras causas que quebrantan la pretendida realeza de nuestro yo, pueden llevar a ansiar cierta justicia. Su situación personal está a veces en equilibrio con una determinada idea del derecho que abre perspectivas para la satisfacción final del ánimo quebrantado.

La vinculación de un ser humano con un movimiento espiritual u otro, tiene muy frecuentemente como base una frustración inicial del yo. Cuando el yo experimenta en esta corriente espiritual una nueva desilusión, el interés por él se debilita, la idea de derecho se retira de la conciencia, ya que la sangre no puede retenerla por más tiempo. Sí, esta idea se convierte en un impedimento y el yo parte en busca de otros contactos.

¿Advierte usted que en todos estos casos lo que prevalecía no era el hambre ni la sed de justicia, ni la realización de una idea de justicia, sino la búsqueda de una satisfacción del yo?. Cuando esta satisfacción no llega y el deseo no puede ser estimulado, la idea se puede ir tranquilamente al diablo, al igual que todos los que la predican. ¡Se toca a retirada! Aquí no hay nada de honesto y sincero, pero considerado desde un punto de vista psicológico, esto es perfectamente exacto; y el rey yo en harapos, recorre su camino de ostentación inflamado de importancia. Su pérdida no será sentida. Sin querer juzgar demasiado severo, no tenemos más remedio que constatar que también aquí, algo no estaba en orden con esta patente idea de justicia, ya que faltaba la deseada satisfacción del yo.

"Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia."


Decíamos anteriormente que muchos están absolutamente seguros de que su inclinación a la justicia ya existía desde hacía mucho tiempo. Y, después de haberse examinado según el método psicoanalítico recomendado, no han podido encontrar en el origen de este deseo de justicia ninguna frustración inicial del yo. El estado de su conciencia es el origen de un instinto de derecho racional y moral. Pero nosotros le preguntamos: ¿Qué podemos hacer en un mundo de realidad rota, con un instinto de justicia?.

¿Qué derecho es justo? ¿No ocurre acaso que lo que para uno representa el derecho superior, para otro es una perfecta injusticia? ¿No es desviado el derecho en numerosas direcciones? Y el yo se levanta de nuevo, aunque quizás no sea su propio yo el que represente esta vez el papel principal.

Hay personas que tienen interés en que cierta forma de derecho sea utilizada en este mundo. Su yo ha crecido junto con esta forma de derecho. pero ese mismo derecho, habiendo sido la causa del declive de otros, hace que nazca la lucha en nombre del derecho: del derecho de los intereses contrapuestos.

El derecho que hizo avanza a unos, ¿no era un derecho humano? Y el derecho que reclama el otro, ¿es menos derecho humano? ¿No es así que el que está debajo sirve de felpudo al que está encima? ¡Esta es la ley de la dialéctica!

"Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia."

Como dijimos , hay quienes nacen con un instinto de justicia racional y moral. ¿Es éste el derecho que nos da la beatitud? ¡Lo dudamos!

Todos los seres humanos nacen de la posesión sanguínea de su padres, lo que generalmente significa: "de tal palo, tal astilla". Poseemos por lo tanto los instintos de justicia de sus antepasados, ya que son de esta naturaleza y están en esta naturaleza. Existe, en todo este deseo de justicia, una cultura, una ascensión, pero es una ascensión que conduce a una crisis y que se transforma en su contrario. De nuevo la ley de la dialéctica, de la que los siglos se han encandilado.

"Bienaventurados los que tienen`
hambre y sed de justicia."

El que examina estas cosas, debe llegar a la conclusión de que el hambre y la sed de justicia, comprendidas según la naturaleza de este mundo, no son liberadoras en ningún aspecto, no pueden ser separadas de los engaños del yo; no tienen nada que ver con la bienaventuranza. Y le repetimos una vez más, que las bienaventuranzas están destinadas a entidades de una envergadura espiritual completamente distinta de las que son de este mundo.

El derecho divino sólo puede ser comprendido cuando el ser humano puede contemplar el plan de Dios para el mundo y la humanidad, cuando tiene conocimiento directo del estado original de la ola de vida humana. Apenas esta realidad superior luce ante su conciencia, y el hombre despierta de su ignorancia surge como consecuencia inevitable un hambre y una sed intensas de esta justicia. Mirándolo exactamente, el hambre y la sed no son deseos, sino necesidades corporales que se sienten y se sufren. Son necesidades que, sin no son satisfechas, tienen como consecuencia la ruina.

Así vemos aun hombre iluminado en la verdad absoluta, en el derecho absoluto, a un profundo contemplador del universo divino y que se encuentra en una antinaturaleza, en un mundo que hasta en toda su ordenación es justamente lo opuesto del componente divino en él. Por ello, ese hombre sublimado en Dios y reintegrado en lo divino, tendrá hambre y sed en este mundo, ya que las necesidades más elementales de su espíritu, de su alma y de su cuerpo no pueden ser satisfechas aquí. Situación insoportable y tarea imposible, ya que dos vidas tan diferentes no pueden ser vividas a la vez.

Y, sin embargo, aquí también es aportada la ayuda. El hambriento y sediento es saciado. Esta bienaventuranza no es la visión abstracta de un futuro final dorado, donde el plan d e Dios para el mundo y la humanidad irradiará de nuevo en una victoria plena. Si el hambriento y sediento tuviera que esperar a este futuro, esta visión sería un consuelo extremadamente débil para él.

No, un hombre es una necesidad vital semejante es saciado directa e inmediatamente. Le son dadas fuerzas, valores, una gran alegría y un intenso amor, en tanto que realidades absolutas. Y gracias a esta abundancia se mantiene erguido y puede continuar viviendo en el lugar de su exilio, en el lugar de su servicio como trabajador en la gran cantera de trabajo para el mundo caído y su humanidad caída.

Esta aportación de valores y de fuerzas mantiene al alumno en un estado permanente de felicidad espiritual suprema, de verdadera bienaventuranza. De nuevo la eternidad vive en el tiempo.

Aquí, en la dialéctica, sólo se es feliz al alcanzar el objetivo. En la estática se entra ya en la bienaventuranza al aspirar al gran fin. La aspiración al fin representa en sí la victoria: la eternidad que se manifiesta en el tiempo.

Quizás sea difícil comprender la sublimidad de estas cosas; aquí solo podemos comprendernos en el espíritu.

¿Ha sentido usted ya, en medio de las situaciones más complicadas, la  "presencia directa", tal como la llamaban los antiguos? Ella le alimenta y le calma la sed, de la mano de Dios y le eleva por encima del tiempo y del espacio, mientras usted está hundido en el tiempo y en el espacio.

¿Para qué aspiraría a luchar por el establecimiento de la justicia natural?. Esta forma de derecho no es más que un espejismo, una quimera, un fantasma. Una justicia semejante no existe.

¿No existe verdaderamente? No, ya que toda injusticia, toda la división y especulación sobre la justicia, es el resultado de la ignorancia, la consecuencia de la trasgresión de las leyes elementales de la vida, la consecuencia de la ilusión del yo y de la locura colectiva de la humanidad que hace contemplar este mundo ficticio -donde nada es durable ni real- como algo real, mientras deja al hombre absolutamente ciego e ignorante respecto a su campo vital original, el mundo del espíritu universal.

La aspiración a la justicia terrestre, no es inteligente. Cuando teniendo ojos para ver, teniendo un cerebro para pensar y la libertad de escoger su camino, usted cae en un canal, ¿se puede calificar de "derecho" el desecar este canal o construir un puente, o aún poner guardias? Si se desecara el canal Ud. caería en el próximo; si se construyera allí un puente , Ud. se caería del puente, si se colocaran guardias Ud. los ignoraría. Cuando está en dificultades, usted clama justicia, mientras que antes ha ignorado las causas de su desgracia.

¿No ha sido siempre así? Usted pide en el presente leyes y determinaciones que deben prevenir sus miserias en el futuro, pero si estas leyes no viven en usted, no conocerá jamás un futuro de justicia, sino la perpetua regularidad del subir, brillar y descender.

Y nosotros le preguntamos: ¿Es un acto de amor fundar un orden vital en equilibrio con nuestra ignorancia, nuestra estupidez y nuestra locura? ¿O sería un acto de amor hacer que usted una y otra vez de vueltas sin salida, en sí mismo para hacerle comprender que, en su vida, deber ser alcanzada otra posesión? ¿No es acaso un acto de amor hablarle sin cesar de otra justicia que no es de este mundo, una justicia que si Ud. tuviera hambre y sed de ella le saciaría inmediatamente en la bienaventuranza?

El trabajo que debe ser realizado es volver al hombre espiritualmente vidente y despertarle a la verdadera autonomía. El hombre actual es una caricatura deforme de su estado de ser original. Es necesario transformar esta caricatura en el hombre verdadero, del cual los Ángeles cantan: "Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad."

"Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados"

¿Cómo llegar a esta nueva necesidad vital, a contemplar esta justicia y llegar a esta saciedad? ¡Recorriendo el camino liberador, el camino de la transmutación y de la transfiguración!

La Escuela Espiritual se dirige especialmente al tipo humano que, en este mundo, es llamado el tipo Caín. Como usted sabe, Caín es la imagen contraria de Abel. El concepto "Caín" evoca la idea de posesión. Caín es el poseedor en contraposición con Abel. "Abel" evoca la idea de la apariencia. Abel es el hombre que se complace en la apariencia y se queda en ella. Es el que adora muy místicamente la luz espiritual y le ofrece sus sacrificios, pero que no la deja trabajar en él para la regeneración. Por esto Caín se enfrenta a Abel; por esto Caín debe destruir la apariencia y transmutarla en vida. Si Caín hace esto según la naturaleza, se convierte en un asesino, en un destructor. Si lo hace según el espíritu, es un vencedor y un transformador del mundo.

La Escuela Espiritual se dirige al tipo Caín, al poseedor; es decir, hacia el o ella el que todavía hay algo presente, del saben original, del estado de ser del orden divino de antaño. Algo de este pasado, está aún despierto en el y le empuja a la acción, aunque aún no es capaz de manejar las llaves. El verdadero libro de la vida está todavía cerrado para el con siete sellos. Caín, en esta naturaleza, es un poseedor que no sabe lo que hacer con su posesión.

A él se dirige la Escuela Espiritual y su método de trabajo. Ella le coloca bajo la ley del espíritu, la cual expresa le orden y el sistema. Y con ello apela a la posesión caótica del alumno. De esta forma, bajo la ley, son liberados sistemáticamente los poderes y talentos latentes, hasta que el alumno sea capaz de ser él mismo una ley.

El hombre-Caín puede entonces vivir y trabajar de su posesión, entonces el hijo perdido encuentra de nuevo el país de la luz original. Entonces tiene hambre y sed de justicia y, es saciado por el manantial eterno de todas las cosas.

"Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados."





                         CAPITULO 8

               "Bienaventurados los que tienen
                  hambre y sed de justicia,
                porque ellos serán saciados"


Esta bienaventuranza que viene hacia nosotros desde la montaña sagrada es un consuelo muy grande para todo el que puede comprenderla.

Sería un engaño si la comprendiéramos en la orientación del pensamiento de la naturaleza dialéctica, ya que la justicia de la naturaleza ordinaria está determinada, como Ud. sabe, por el país, el pueblo, la raza, la moral y las costumbres. Además, el tiempo en que se vive desempeña siempre un papel muy importante.

La justicia de la humanidad fue y es muy variable. Y en nombre de la justicia humana los hijos de Dios fueron perseguidos, apaleados, lapidados o quemados en el transcurso de los siglos.

Como consecuencia de la justicia de Calvino, que decía de sí mismo que era un enviado divino, asesinó en su época a Miguel Servet de una manera atroz; acto de crueldad por el que el calvinismo ha perdido de una vez el derecho de utilizar para si el santo nombre de Jesucristo, que es luz y amor.

De acuerdo con la justicia de los hombres se dio muerte de la forma más atroz en nuestra era (¡y qué son un par de milenios dentro del recorrido del período Ario!) a millones de mujeres acusadas de brujería.

Pero dejemos a un lado esas tenebrosas páginas de la historia de la justicia humana y examinemos los sentimientos y prácticas de la justicia humana en general, tal como viven en la masa y en sus representantes. Constatemos entonces igualmente el lado caprichoso y de oposiciones de la dialéctica, por todos conocido y entonces sabemos con gran seguridad que esta hambre de justicia no será saciada jamás. ¡Qué Dios nos guarde de ello!

De lo que e trata en esta bienaventuranza es de la justicia que está en la Gnosis y que es de la gnosis, del derecho divino, del orden del derecho del estado de hombre divino, el mundo de las almas vivientes.

En aquel orden todo es perfección divina. En aquel orden todo es maravillosamente bello. En aquel orden cada uno recibe por igual la gracia, la magnificencia y la fuerza de los dones de dios, de la ideación divina plena. Este es un orden que ha sido buscado por muchos. Es el orden la justicia que ha sido tan evocado, poetizado y cantado.

En la base de todo esto yacía un anhelo desmedido, y una pena desmedida era la consecuencia de ello, ya que muchos de ellos intentaron calmar al principio su sed de justicia divina en el mundo de la dialéctica y no conservaron en sus manos más los trozos de sus anhelos destruidos.

Los aspectos del derecho divino son innumerables. Por intuición, cada uno siente que el amor, la alegría, la felicidad y la armonía deben formar parte d el. ¡Pero cuántas desilusiones ha ocasionado ya esta hambre de justicia a los que la sentían! ¡Cuántos corazones destrozados y de que manera se cambiaron aquí también  las cosas en sus contrarios!. Por ello muchos terminaron dudando seriamente de la veracidad de esta bienaventuranza. ¿Acaso no habían tenido sin banalidades verdaderamente hambre y sed de justicia? ¿y la saciedad no se había quedado muy lejos de ellos?

Y, no obstante, si en la Biblia hay una palabra perfectamente verdadera, ¡es ésta!. Un alumno de la Escuela Espiritual gnóstica puede comprenderla perfectamente. Pero: la justicia divina no tiene cabida en el mundo de la dialéctica. La justicia divina no puede tomar forma aquí en la materia, porque la estructura atómica de la luz y la fuerza que la hace actuar es de una índole completamente diferente a la justicia de la naturaleza dialéctica.

El intento realizado en la línea horizontal, para en el campo de existencia ordinario establecer y anclar la justicia divina, siempre desemboca en un resultado negativo. Por ello es preferible no realizar ese intento ya que la justicia divina no es este orden natural.

Por eso el alumno serio de la Escuela Espiritual gnóstica se orienta desde el principio hacia el orden divino. esto es posible porque pertenece a un Cuerpo Viviente gnóstico. esto le coloca ante la posibilidad de poner sus pies en el camino de la liberación y avanzar en él. Como "hijo perdido" se encamina hacia la Casa del Padre. Hambriento y sediento de realización persigue este grandioso objetivo con toda la fuerza de su fe y de su dinamismo. Entonces si -tal como dice la parábola- el Padre viene desde lo lejos a su encuentro.

La plenitud de la gnosis se manifiesta en y a la Joven Fraternidad gnóstica, aunque esta apenas se haya puesto en camino. Y olas que sacian se derraman sobre todos los que están en el grupo. Este es el secreto, el misterio de la cuarta bienaventuranza.

"Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados."

¡Que sean muchos los que puedan realizar en sí mismos este misterio. Le es concedido a todos los que tienen verdadera hambre y sed; les es manifestado el séptuple cuerpo gnóstico en este mundo de tinieblas.





                         CAPITULO 9

            "Bienaventurados los misericordiosos
            porque ellos alcanzarán misericordia"


Como ya se ha revelado en el transcurso de nuestro estudio sobre las bienaventuranzas, los buscadores y los conocedores de la Biblia creen encontrarse a este respecto ante una cuestión de humanitarismo cristiano, ante una práctica cristina en la vida, cotidiana, dando derecho a una bienaventuranza futura y a una recompensa directa bajo la forma de agradables momentos en el presente. Lo mismo ocurre con esta bienaventuranza.

Según la comprensión popular y teológica, los misericordiosos son los hombres religiosos y llenos de amor que se compadecen y ayudan a los que se encuentran en la necesidad y la miseria. Constatándose además que la persona que experimenta misericordia, en general no pertenecen a los más inteligentes ni a los más ricos. Pero se añade que se puede ser de hecho misericordioso y, no obstante, no tener medios para ser generoso, en esos casos Dios acepta el corazón de buena voluntad.

Además no basta solamente con soportar con paciencia nuestras propias desgracias, sino que al mismo tiempo por nuestra compasión cristiana compartimos las calamidades de nuestros hermanos: hay que mostrar compasión y tenemos que contribuir a auxiliar, tanto como podamos, a los que están en la miseria y en la necesidad. Debemos ser compasivos hacia el alma de los demás e ir en su ayuda; ser compasivos de los ignorantes y enseñarles, de los negligentes y advertirles, de los que viven en estado de pecado y hacerles salir de él como de un incendio.

Todos los que cumplen con está práctica cristiana, deberían ser bienaventurados, ya que se dice que el Cristo también es misericordioso. Si se razona así nos apropiamos interiormente uno de los atributos del Cristo, la bienaventuranza será nuestra recompensa. Siendo misericordiosos como El es misericordioso, somos en nuestra medida perfectos como El es perfecto. Y todos los que son misericordiosos de esta manera, alcanzarán misericordia. La conciencia de ello vive ya en la moral popular como lo atestigua el refrán: "Quien el bien siembra, el bien recoge"

En verdad, ¿quién podría refutar esta interpretación práctica y humanamente cristiana? ¡Nadie ¿no debería considerarse un comportamiento tal como la consecuencia lógica de "ser iluminado por Dios"?

Los siglos, han hecho hincapié alternativamente unas veces en la fe y otras en las obras. Pablo es el apóstol de la fe y Santiago el de las obras.

Desde la segunda Guerra Mundial los círculos religiosos se han despertado de la concentración exotérica de la fe, y comienzan a descubrir que -en el radio de acción de las prácticas religiosas- deben ser dinamizados muy necesariamente ciertos aspectos sociales, si no se quiere ver descarrilar a toda la organización religiosa para siempre.

¿Quién tendría algo que objetar sobre el hecho de que le cuerpo eclesiástico se haya despertado por fin y por medio de prácticas de bondad, persiga el mal en este mundo y neutralice sus efectos negativos todo lo posible? Pero no queremos buscar en ello más de lo que en realidad hay. Tal y como los siglos nos han enseñado ampliamente, los diversos medios religiosos están nuevamente ocupados en luchar y debatir sobre qué práctica de bondad debe ser seguida y las formas de misericordia y de amor cristiano al prójimo que deben ser aplicadas.

¿No encuentra usted esto extraño? Pongamos por caso que la iglesia cristiana, que tiene ya 2000 años de antigüedad, constituye en su conjunto la continuación directa de la primera comunidad cristiana de Jerusalén, debería poseer una ciencia de la misericordia de por lo menos mil años de antigüedad, y tan cultivada, tan armonizada a los preceptos del Evangelio, tan probada y tan purificada por la práctica, que ya no debería ser necesario deliberar de arriba a abajo todavía sobre la forma de práctica cristina a emplear para evitar las guerras y las miserias sociales y económicas.

Lo que acabamos de decir a propósito de la iglesia y sus necesidades, también puede ser aplicado al humanitarismo mundial. Ud. experimentará que también el humanitarismo descubrirá que lleva vestidos demasiado ligeros para el frío glacial que reina en el mundo; también aquí será necesario buscar y probar caminos nuevos y diferentes.

¿No le parece raro? Ciertamente el humanitarismo no es tan antiguo como el cristianismo. Permaneció latente durante uno o dos siglos en algunos pioneros, y sus primeros intentos coinciden con el tiempo de la Reforma. Pero debemos decir que ha dispuesto de tiempo suficiente como para haber podido construir una formidable ciencia del humanitarismo, digna de servir de directriz infalible a todos los desarrollos sociales, políticos y económicos.

Ahora que cada ser humano debe estar listo para ceñirse parece que los cinturones se han perdido y los armas se han estropeado. Aún se estudia sobre la forma que hay que dar a las armas. Ahora, cuando resuene la llamada: "¡He aquí al Esposo, id a su encuentro en la noche del mundo!", se constatará que no hay aceite en las lámparas.

Por lo tanto, toda esta bondad debe Sr. muy parcial. Toda esta bondad no ha debido tener en absoluto "un buen encuentro". Toda esta bondad ha debido ser muy experimental. Toda esta bondad no ha producido casi nunca la bienaventuranza. Y con toda esta bondad, uno se encuentra ahora con las manos vacías; con toda esta bondad, se da uno cuenta de que ha malgastado y perdido su tiempo.

Sea como sea, debemos comprender entender que la bondad natural es una cualidad inherente al cristianismo y que ella es un reflejo natural y lógico de un comportamiento de vida que se esfuerza por encontrar la luz. Así hay numerosas propiedades que se derivan de la vida del que busca a Dios. Pero ninguna de ella por si misma vuelve bienaventurado; ninguna de ellas lleva al hombre a un estado de alegría suprema y a la perfección.

La bienaventuranza: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia", contiene también otro contenido de lo que se cree en general. Cuando un hombre es un verdadero cristiano, cuando vive la esencia del cristianismo, sus íntimos reflejos de bondad ya no pueden ser experimentales; su bondad es la expresión perfecta de un estado de ser perfecto.

Ud., como hombre inteligente no puede preguntar: "¿Qué forma de bondad debo practicar?" sino: "¿Cómo llegaré al estado de ser que como consecuencia natural irradie la verdadera bondad?". Tampoco puede preguntar "¿Qué fe y qué actos debo realizar en mi vida?" "¿Estoy a favor de la manera de ser de Pablo?" o "¿de la de Santiago?", sino: "¿Cómo llegaré a un estado de ser en el que la fe y las obras sean evidentes y operen en sentido liberador?"

"¡Bienaventurados los misericordiosos!". Hay una misericordia que no vuelve bienaventurado, sino que es la prueba de la bienaventuranza. El dicho: "Quien hace el bien, el bien encuentra", es un vestigio de una ciencia ancestral perdida, ciencia en contradicción con la astronomía. Los astrónomos suponen que el sol, después de haber agotado durante millones de años su energía en el sistema solar, se apagará y dejará de existir como sol. Pero la antigua sabiduría nos enseña claramente que la energía solar, ofreciéndose por sus planetas, recibe a cambio una energía superior, más magnífica y majestuosa. Y esta ley cósmica universal es válida también aquí: "El que quiera perder su vida por mí, la conservará."


Llamamos su atención sobre estas cosas para hacerle entender claramente que, si hay misericordia, como una prueba radiante de la bienaventuranza, esta ofrenda de bienaventuranza debe ser respondida de la misma manera. Irradiar misericordia tiene como consecuencia absoluta recibir misericordia. Es una ley.

Ninguna parcela de energía se pierde en el cosmos. Cuando se emite energía en virtud de una idea, esta energía es transmutada en un resultado determinado cuya consecuencia regresa al origen de la energía en respuesta dinámica.

"¡Bienaventurados los misericordiosos!". ¿Qué es entonces la misericordia en el sentido del Sermón de la Montaña?

Para comprenderlo dirijamos nuestra atención hacia la Enseñanza Universal. La misericordia -desprovista de toda práctica de bondad- es una forma de magia. Es la magia de la estructura del alma que se demuestra en un determinado estado del santuario del corazón. El poder radiante de esta magia del alma se llama, en el Sermón de la Montaña, misericordia, y queremos ahora estudiar más de cerca cómo puede llegar a desarrollarse en el alumno esta magia el alma.

Hay tres formas de magia cristiana: la de la estructura corpórea, la de la estructura del alma y la de la estructura del espíritu. Estas tres formas de magia se manifiestan, para terminar, en una unidad: la magia total del hombre verdadero.

Sin embargo, el hombre actual no es el hombre ideal, el hombre original, sino el hombre caído; y tiene que elevarse en un camino progresivo de regeneración, regresar al Padre y restablecer su gloria de antaño.

El Cristo dirige su "Bienaventurados los misericordiosos" a los alumnos que, en este camino de regeneración, han alcanzado ya cierta fase de su reconstitución.

Las bienaventuranzas son fórmulas, son claves que revelan al alumnos diversos perspectivas.

Cuando el alumno profundiza su pobreza de espíritu, la decadencia de su estado, tal como la hemos descrito, pasa entonces en primer lugar a una revisión profunda del sistema de su personalidad. Esta revisión, este renacimiento, tiene siete aspectos y es realizada y manifestada sistemáticamente, para que, en su momento, la magia de la verdadera transmutación se manifieste como una fuerza perfectamente manejable.

La magia de la personalidad tiene relación con el fiat creador, la manifestación de la forma de la idea redentora de Dios, la idea vive en la sangre del corazón de Cristo, nuestro Señor. Pero antes de que esta magia pueda demostrarse, es necesario que el ser-alma del alumno sea revivificado y, en consecuencia, se pueda desarrollar la magia del alma.

La magia del alma es el medio por el que se puede expresar la magia de la nueva manifestación de la personalidad. La magia del alma es la argamasa con la que se erige, firme y fuertemente, la construcción de inquebrantable belleza.

La esencia, la característica de esta magia del alma, en tanto que argamasa de la construcción, debe ser definida como el absoluto amor al prójimo, que llena el universo. Este amor no abarca solamente en su ser a una persona o a un grupo de personas, con el que tiene cierto contacto sanguíneo, sino que este amor engloba a todos y se dirige hacia todos sin distinción; es impersonal. Este amor nos hace conocer a Dios, nos hace contemplarle en su plenitud. Así los Libros Sagrados cien: "Dios es amor", Dios no tiene amor como su propiedad, sino que El es amor. El amor es la esencia de la divinidad.
Con ese amor es conducido y mantenido el universo. Por ese amor, el fiat creador es conducido a la manifestación de l forma. Si el hombre tuviera y fuera todo, si supiese todo, pero no tuviera el amor, en verdad no tendría nada ni sería nada.

"Dios es amor, y el que permanece en el amor, vive en Dios" Dios se revela y habla a través de el. La magia del alma es el amor divino en su plenitud, transmutado, en el alumno que se ha hecho apto, en una fuerza dinámica manejable.

Esta magia del alma pasa también por siete estados de desarrollo. La condición biológica del amor, las costumbres amorosas y la bondad del hombre ordinario están, frente a este amor del alma, en la misma relación que el amor maternal del animal por sus crías, comparado con el acto de amor más noble del hombre dialéctico.

En la historia del mundo ha habido muchos iluminados que han comparado el amor universal del alma con un fuego, que en manos incompetentes puede estallar, dañando como un fuego infernal. La fuerza de Urano posee un poder eruptivo muy fuerte que, cuando no es guiado por la sabiduría y por una entrega exenta de egoísmo, puede escapar fácilmente a su control y ocasionar los mayores desastres. Podríamos comparar este amor del alma con la electricidad cósmica. En la mano de Dios es iluminadora; incontrolada es abrasadora.

Cuando mencionamos y reflexionamos sobre el amor y le referimos estos valores salvadores considere Ud. bien que no tienen nada que ver con cualquier forma de amor, manifestación de amor de tendencia a la bondad del hombre biológico.

Tan pronto como el alumno en el camino de la regeneración participa en la fuerza universal divina, y ha alcanzado la magia del alma y es capaz, en consecuencia, de preparar la argamasa destinada a la construcción, se desarrolla desde su ser un poder muy radiante e influyente. El centro orgánico de este radiante nuevo poder está situado en el santuario del corazón, más exactamente en la glándula del timo. Este órgano es la piedra preciosa que sirve de foco a este poder. La corriente de fuerza, preparada por este pequeño órgano, es irradiada por el esternón en la esfera aural del alumno que de este modo vive en la luz, igual que Dios está en la luz.

Queremos señalarle que la humanidad ha perdido el saber relativo a estas cosas presentes en un principio. La palabra "sternum" testimonia de ello con la que la ciencia denomina al hueso plano del pecho. Esta palabra significa que irradia, que esparce: en las numerosas pinturas de los antiguos místicos vemos al ser humano representado con un medallón o un espejillo a la altura del corazón, como un recuerdo de este antiguo saber.

El séptuple poder anímico del corazón dispone de dos principios activos: un principio buscador o radiante y un principio atrayente.

El principio buscador o radiante une al alumno que posee ese séptuple poder anímico con todos, le une impersonalmente con la humanidad entera. Unido a Dios por su estado de ser atraviesa las fronteras de su yo.

En cuanto la corriente buscadora o irradiante toca a un ser humano, el emisor de esta corriente de fuerza recibe una impresión directa del estado, de las necesidades y de las dificultades del interesado. No necesita recaudar más información. Comprende perfectamente al otro y con gran claridad ve desplegarse abiertamente ante él todo su ser.

Las impresiones permanecen fugaces e impersonales, hasta el momento en que cierta persona tiene necesidad de ayuda urgente y absoluta y, en una crisis regenerativa, en la desesperación busca un camino de salvación. La magia del alma festeja entonces su triunfo. En un caso de este tipo, la corriente buscadora-radiante colma con su fuego de amor al necesitado y éste recibe, como de la mano de Dios, el bálsamo de Galaad, el bálsamo de ayuda y de consuelo. Conmovido por esta magia, este hombre siente una confianza inquebrantable, una vibración reforzada, una iluminación espiritual de la sangre que neutraliza, tanto como es posible, impedimentos de su herencia sanguínea y le coloca ante la posibilidad de poder ver su camino y de desarrollar la fuerza para recorrerlo.

Esta es la magia del alma aplicada positiva y directa, es la misericordia directa, aplicada. Es la energía -amor- que es transmutada en el prójimo para la vida, y que, como resultado, regresa al que la emite multiplicada por mil. Es la misericordia que engendra misericordia. Es el secreto -si se puede hablar de secreto- de las palabras del Cristo en la montaña: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia."

Esto no tiene nada que ver con cualquier forma de bondad social o económica. Es el cumplimiento de las palabras: "dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él."

Esto es cristianismo, el cristianismo práctico. A los que crecen en esta majestad del alma se les dice: "Abrid vuestras almas, compartiendo con los hambrientos vuestro pan de vida."





                         CAPITULO 10

           "Bienaventurados los limpios de corazón
                 porque ellos verán a Dios."


Cuando el alumno en el camino de los misterios crísticos ha alcanzado el estado de misericordia descrito en el capítulo precedente, se eleva hacia un bien todavía superior. El siguiente escalón del camino de la realización se desvela a su conciencia, un escalón que es expresado por las palabras de Cristo:

"Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"

Para comprender el valor de este nuevo escalón queremos brevemente hacer relucir ante su conciencia el "Bienaventurados los misericordiosos".

Habíamos llegado a la conclusión de que la misericordia no expresaba un estado de bondad humana, sino un estado del santuario del corazón que permite la manifestación de la magia del alma del hombre renacido.

Esta magia del alma se refiere a una corriente de amor nacida del mundo terrestre, por la cual el alumno se sabe en unión impersonal con toda la humanidad. Esta unión es la vez negativa y positiva.

Por la unión negativa del alma, el alumno sufre por todos los dolores y pecados y por toda la animalidad espantosa y primitiva de su prójimo, en sus consecuencias y vibraciones. En virtud de su estado, toma sobre él todo el sufrimiento de este mundo. Esta unión negativa del alma puede ser tan intensa que, cuando ve a dos seres que se tratan descortésmente, el alumno enrojece de la vergüenza que uno de ellos debería sentir y no siente y sufre el dolor que el otro debería sufrir bajo la ofensa, in que ese otro siquiera se de cuenta de este dolor.

En el mar de caos y de maldad en que está hundida la humanidad, la vida del alumno se vuelve tan pesada a causa de dicha unión, que hay momentos en que apenas puede soportar el dolor que padece por los demás, estando al servicio de su Señor. Pero en estos instantes de su mayor angustia, experimenta siempre la grandiosa verdad de las palabras de su Salvador: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia." La fuerza llega siempre hacia la cruz: una alegría, que no es de este mundo, le levanta y le hace más fuerte que nunca.

La unión positiva no asimila, sino que irradia. Cuando el alumno padece el sufrimiento, los males, los pecados y las consecuencias del estado primitivo de su prójimo, cuando sufre con él o por él, entonces, por medio de su unión positiva devolverá a su prójimo algo distinto de lo que recibe de él o por él sufre.

La fuerza radiante de esta unión positiva que casi siempre se envía de una manera absolutamente impersonal puede ser, para el que la recibe, un intenso consuelo y una gracia maravillosa. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, esta fuerza actúa como una intensa quemadura. La luz del amor celestial no puede ser soportada por el hombre inferior. El la siente como un fuego devorador. Es como un ardor febril que purifica, que limpia, que expulsa toda enfermedad, pero que enferma y provoca complicaciones por la negatividad de la persona que la recibe.

Comprenda bien esto, cuando usted piensa o habla de los sufrimientos de nuestro Señor por nosotros, o cuando la comunidad de los creyentes canta: "Qué amigo es nuestro Jesús que quiere colocarse en nuestro lugar". que por lo tanto experimenta el sufrimiento en nuestro lugar y sufre por nosotros sin que el hombre tenga la menor idea de ello, porque es tan intensamente estúpido y mezquino que apenas es capaz de echar un vistazo en el campo de sus limitaciones.

Esta misma comunidad que experimenta la unión negativa del alma con Cristo, es aún así al mismo tiempo tocada por la unión positiva del alma con nuestro Señor. Con otras palabras, las dificultades inferiores o elementales, lejos de resolverse, ¡se acentúan!. Cuando uno se abre conscientemente, por dependencia aceptada, a la unión negativa del alma, experimenta igualmente el ardor de la unión positiva del alma en toda su extensión. Este ardor se convierte en una fiebre, una inarmonía que devora, se vuelve la ira de Dios, si el hombre y su vida no cambian fundamentalmente. Comprender esto tendría un efecto mucho mayor para la humanidad que mil sermones.


Cuando, en el camino de los misterios crísticos, el alumno llega a descubrir que la magia del alma comienza a reivindicar sus derechos y a demostrar sus fuerzas en su vida, cuando experimenta que, con su participación en Cristo, padece el sufrimiento inherente a la unión negativa del alma y que por su unión positiva del alma puede ayudar a los demás de forma no terrenal; cuando el alumno nuestra ser misericordioso y recibe misericordia, se le da una nueva advertencia se le da un nuevo consejo, se le abre una nueva perspectiva. Y este consejo, esta advertencia, esta nueva perspectiva se expresa en palabras por el: "Bienaventurados los limpios de corazón."

El alumno debe comprender que su nuevo poder del alma debe volverse un poder absoluto. Antes de que él pueda emplear este poder del alma, dirigiéndolo personalmente, su corazón debe ser purificado; el santuario de su corazón debe responder a unas exigencias mínimas. Esta purificación del corazón no puede ser nunca la consecuencia de una decisión. Nadie puede, por una decisión adquirir la pureza del corazón. La pureza del corazón es siempre el resultado de un proceso.

El alma está en relación con la sangre. Sí, la sangre es un aspecto del alma. Ya los antiguos decían: "El alma del hombre es su sangre." Luego teniendo en cuenta que el corazón es el motor de la sangre, el motor del cuerpo; donde la sangre se renueva y  es abastecida de nuevas fuerzas atmosféricas, comprendemos que la pureza del corazón se refiere, sobre todo, a la pureza de la sangre, y a las potencialidades presentes en la sangre.

Algunos suponen que la pureza es solamente un estado del cuerpo. Otros pretendían que la pureza era una cuestión del estado del alma. Algunos han dicho: La pureza es un estado de conciencia, comprendida en un sentido místico y abstracto. Pero nosotros decimos: la pureza es la consecuencia del poder de la sangre, y esto engloba a todo, tanto, la conciencia, como el alma y el cuerpo.

El poder de asimilación de su conciencia, de su razón, su poder de juzgar y de condenar, el poder esclarecer diversas situaciones en todos sus aspectos y relaciones, la ayuda debida que tiene que otorgar a hombres o situaciones, y el saber cuándo se debe hablar o callar. Todo esto depende de su capacidad de la sangre.

Las impresiones que usted recibe por la unión negativa, en tanto que alumno en el camino, son cribadas o reflejadas por los poderse de su sangre, y la unión positiva del alma depende enteramente de la imagen que la sangre refleja en su conciencia.

Una lente sucia no puede dar una imagen nítida, y un espejo empañado no puede utilizarse. Por esta razón, los alumnos en el camino y las personas intuitivas en general descubren, continuamente con pena y escándalo que cuando quieren navegar con la brújula de su intuición y de sus impresiones, el barco de su vida choca siempre contra los escollos.


En consecuencia, la pureza del corazón, la pureza y la expansión del poder de la sangre, es una primera exigencia. únicamente esta brújula le permitirá navegar con seguridad, ya que la pureza del corazón significa: ver a Dios y "ver a Dios" significa: poseer la unión consciente, directa con el ser divino, con el plan de Dios, con el objetivo divino del universo, y una impresión, una intuición recibida en este estado, otorga una comprensión total y garantiza una justa reacción.

"Ver a Dios" significa que ya no hay ningún obstáculo entre le mundo de Dios y el alumno. Este estado es obtenido por la pureza del corazón, es decir, por la purificación y la expansión del poder de la sangre, el cual posee su foco, su núcleo y su puerta de acceso en el santuario del corazón.

Por esto es bueno analizar minuciosamente la forma en que Ud. puede realizar o favorecer esta pureza del corazón, ya que tiene poco sentido meditar en un éxtasis místico sobre un valor divino que debe ser implantado en la vida de los hombres, sin hacer el esfuerzo requerido para conquistarlo. Por eso en primer lugar tiene que comprender lo que se espera de Ud.

Nuestra sangre impregna todos las estructuras de los órganos, cada fibra y cada célula de nuestro cuerpo, y el templo humano funciona gracias a la sangre, comprendida en todos sus aspectos y vibraciones, sobre los cuales no nos vamos a extender a hora.


Cuando nacemos, recibimos nuestra sangre de nuestros padres, y sobre esta base, y a la edad de siete años aproximadamente, comenzamos a producir nosotros mismos, nuestra propia sangre. En nuestro ser sanguíneo, además, están grabados los resultados de las vidas de los que nos han precedido en nuestro microcosmos. Lo que recibimos de nuestros padres y antepasados y lo que nosotros mismos hemos aportado de nuestro pasado microcósmico desconocido, confiere a nuestra sangre un poder magnético particular, conforme con el axioma: "lo semejante atrae a lo semejante."

Esto engendra un circuito natural que confiere a determinadas familias, pueblos y razas, ciertas propiedades típicas a las que la especie y subespecie responderán ahora y siempre. Todos estamos, según la naturaleza, atados a la sangre y, teniendo en cuenta que la naturaleza está degradada y la sangre es inferior, aparece en el mundo el gran drama de la humanidad, el cual mantiene sin interrupción al hombre prisionero desde hace eones.


El hombre inteligente, el que piensa, el que busca a Dios y busca la liberación que se da cuenta esta atadura de la sangre, comprende que es necesario desarrollar una auto-actividad con la que podrá responder y colaborar con la intervención crística en este mundo. Así empieza el alumno el proceso que tendrá que llevarle a la purificación del corazón.


Este proceso no es un éxtasis místico, sino un proceso claro y científico. Se debe emprende una regeneración según la conciencia, el alma y el cuerpo, y el alumno debe concebir y ver claramente cómo puede ser comenzada esta regeneración y continuada en todos sus aspectos. Desde le principio, el alumno debe comprender que no se trata de apariencia, sino de esencia, de palabras, sino de actos, y que el acto exterior debe estar basado siempre en un acto interior.


Cuando el sermón de la Montaña exhorta: "Si tu ojo derecho es para ti ocasión de caída, arráncatelo y arrójalo lejos de ti...y si tu mano derecha es para ti ocasión de caída, córtatela y arrójala lejos de ti", el alumno comprende que debe llevar a cabo una renovación estructural. Debe modificar las actividades de su mano, que jura en una situación y ejerce cierta magia, y las actividades de sus ojos que le atan a ciertos valores. Entonces, el alumno pasa a colocarse "bajo la ley". Desde su profunda miseria, sus necesidades profundas y sus más íntimo deseo, se coloca voluntariamente "bajo la ley".

Esta ley interpreta el plan de Dios para el mundo y la humanidad, y expresa cómo debe vivir el hombre, a qué debe corresponder y qué caminos debe recorrer para romper las cadenas que le retienen prisionero de la sangre y para permitirle la realización progresiva de la purificación del corazón.


¿Es esta ley lo más elevado? ¿Es el vivir bajo la ley lo principal? claro que no la ley es un programa de acción, un esquema de trabajo, un campo viviente de vibración espiritual, en el cual y por el cual, el sentido de la vida se nos desvela inteligentemente.


La intención de la vida bajo la ley  es que el hombre se convierta el mismo en una ley, escape a la ley elevándose por encima de ella y refuerce así la benevolencia de la ley para otros.


Debemos aprender a ver la ley en sentido gnóstico, como la escalera de Jacob que sube hasta el cielo y por la que los ángeles de Dios suben y bajan sin dificultad. Usted puede ver la escalera como dos largueros unidos por barras transversales y puede ver la ley como palabras y fórmulas. Usted puede prostituir la ley y simular que la sigue. Usted puede temerla, ya que como testimonia la epístola a los Romanos: "Bajo la
ley todos pecamos. Nadie es bueno, ni uno sólo."

Pero también puede ver la ley como la Enseñanza Universal vitalizada por Cristo, como una mano tendida de Dios, como una cruz que el hombre debe aprender a llevar y a realizar, como la cruz que une a la eternidad con el tiempo.

Para el alumno verdadero, la ley es una conjunción de rayos de luz de la verdad universal, a los que debe aprender a reaccionar rayo por rayo. Cada rayo puede ser designado por una fórmula sencilla, la cual, llena de amor, se coloca junto a la capacidad de comprender primitiva del hombre caído que quiere levantarse, y le revela el camino por una clara y realista exigencia.


El poder de la sangre es purificado y expandido, y se sustrae a su subordinación de la naturaleza por idealismo, moralidad y realidad. El idealismo pide el porqué, la moralidad el para qué, y la realidad el a dónde.

"Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios."

Según la idea, según el idealismo, comprendemos ahora estas palabras. A través de cierto estado de los poderse de la sangre, obtenemos la unión con la esencia de Dios.




También concebimos lo que es la moralidad. Después del porqué, vemos el para qué. La pureza del corazón nos posibilita el ejercicio de la verdadera misericordia, la apreciación en su justo valor de la unión negativa del alma, y el ayudar de la manera justa, por la unión positiva del alma.


Pero ahora tiene que hacerse realidad. Después de haber visto y comprendido, hay que realizar y dinamizar. No podemos permanecer contemplando, y dilucidando. Ya que así seriamos el hombre negativo del tipo Abel que se deja acariciar por los rayos solares. Ahora hay que agarrar la realidad, y nosotros podemos hacerlo gracias a la ley que nos renueva y que, en Cristo, viene hacia nosotros.

Hasta cierto punto, el trabajo de la ley es puramente científico. Cuando sabemos que los poderse de nuestra alma están prisioneros del circuito sanguíneo, entonces comenzamos, muy lógicamente, en la línea horizontal, a atacar este circuito natural, a través de un cambio sistemático de nuestra forma de vida, de abajo a arriba, teniendo siempre presente que este comportamiento no es el fin, sino el medio para llegar al fin.

Así, habiendo comenzado en la amarga realidad conquistamos las barreras una tras otra, y, a través de la realidad, nos acercamos cada vez más a la moralidad, para, finalmente, realizar la idea misma: "La pureza del corazón" y "el ver a Dios."

La bienaventuranza que resulta de ello no puede expresarse con palabras. Sólo puede afirmarse en el tiempo por la bondad, la verdad y la justicia, para consuelo y bendición de toda la humanidad.


Comprendamos, pues, ante todo, que la pureza del corazón es una expresión que designa el desarrollo superior del alma, el poder absoluto del alma y la purificación total de la sangre.

"¡Señor! ¿Quién vivirá en tu tienda y quién habitará en la montaña de tu santidad.? El que camina sincero y actúa según la justicia, y el que habla con su corazón el lenguaje de la verdad. El que obra según estos preceptos, nunca titubeará."





                         CAPITULO 11

               "Bienaventurados los pacíficos,
         porque ellos serán llamados hijos de Dios."


Para reflexionar sobre esta bienaventuranza, es necesario que nos liberemos de nuevo de los prejuicios habituales. Ya que ¿no sucede, que ante la palabra "paz", nuestros pensamientos se asocian con los aspectos de paz y de pacificación que en este mundo se conoce, se ama y se intenta alcanzar?. La paz, las ideas pacifistas, ¿no son efectivamente cosas extremadamente deseables en un mundo de emergencia como el nuestro? ¿No es verdad que aspiramos a una paz duradera? Esta paz y sus consecuencias, ¿no significarían para todos, bajo muchos conceptos, un estado de bienaventuranza? ¿No hay acaso en el corazón de todos nosotros una plegaria para que cese la violencia, siempre presente y siempre amenazadora? "¡Dios mío, danos la paz!" ¡Qué bienaventuranza sería esto!


Y en medio de la amenaza de un tercer incendio mundial, esta bienaventuranza, está muy próxima a nosotros "Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios". ¡Naturalmente!. Si comprendemos un texto bíblico, debe ser sin duda éste.

No obstante, nosotros debemos quitarle esta seguridad, ya que la bienaventuranza en cuestión no se encuentra en este plano horizontal. Ella testimonia de una paz que usted no conoce aún, que aún no posee, que el hombre de la masa no ha poseído jamás, y que usted tampoco entenderá cuando la violencia brutal y la horrible amenaza de peligro dejen lugar a situaciones más normales; a menos... que usted recorra un largo camino.

La paz de que se trata aquí no es dialéctica; el que la posee nunca la perderá ni nunca le abandonará. Es la paz de Dios. Es la que Pablo expresa en palabras "la paz de Dios, que sobrepasa toda comprensión humana, guardará vuestros corazones y vuestros sentidos en Jesucristo."

El Sermón de la Montaña llama la atención del alumno sobre esta paz que con la conciencia biológica no se puede comprender. Es una paz, para el alumno que la posee, que aniquila cualquier fase dialéctica; una paz que puede ser conocida y abrazada incluso en medio de la mayor violencia o de los más violentos tormentos.

Cuando los antiguos y los iniciados se encontraban, se saludaban con: "La paz esté contigo"; y este saludo no quería decir: "detén un momento tus puños y déjanos por una vez en paz", sino que se unían mutuamente, con toda la magia del alma que ellos poseían, a la paz Divina que sobrepasa toda comprensión humana. "Dios es nuestra paz!", dice y confiesa el alumno iniciado. A este respecto piense sobre todo en la frase de Cristo que Juan nos transmite en su capítulo 14: "Yo os dejo la paz, yo os doy mi paz, pero no os la doy como el mundo os la da."

Encontramos en estas palabras la confirmación profunda de nuestra exposición, que la paz que mencionan los misterios de Cristo no tiene nada que ver con la paz que los partidos beligerantes traerán tal vez un día a nuestra tierra por deseable y beatífica según la naturaleza que esta paz terrena puede ser.

Por ello nos desatamos de lo terrestre y nos elevamos para comprender una paz que sobrepasa toda comprensión.

¿Es esto posible? ¿No es una paradoja? ¿Puede un hombre comprender lo que sobrepasa su comprensión?

Desde luego que se puede y es indispensable que el alumno, que quiere ser llamado un día hijo de Dios, se eleve por encima de su razón, por encima de la conciencia racional de su cerebro.

Lo que se acostumbra a llamar "inteligencia, es el poder de comprender y de captar de la conciencia del yo. Vista según las normas terrestres, esta conciencia puede estar, muy cultivada y ser capaz de grandes cosas. Sin embargo, bajo ningún concepto es libertadora y es un freno absoluto para un verdadero desarrollo espiritual.

Nuestra intención no es ningún modo subestimar la comprensión de la conciencia corporal. Solamente debe saber que la comprensión ordinaria es un eslabón en una cadena triple. El hombre posee tres focos de comprensión, dos de los cuales están latentes en la mayor parte de la masa. Hay una comprensión del espíritu, una comprensión del alma y una comprensión del cuerpo. Cuando los antiguos místicos decían que el hombre debía aprender a pensar con el corazón, se referían a la comprensión del alma. Y cuando el Señor dice a sus discípulos que deben conocer una paz que sobrepasa toda comprensión, para poder se llamados verdaderamente hijos de Dios, la atención de los alumnos es dirigida hacia la comprensión espiritual.

La comprensión espiritual vivifica la idea; la comprensión del alma anima y esclarece la idea; y la comprensión del cuerpo realiza la idea.

Para poder se un buen constructor al servicio del gran Arquitecto, hay que elevarse por encima de la comprensión del cuerpo, no para dejarla de lado como algo inútil, sino para poder emplearla de la manera justa.

Cuando los tres focos de la comprensión están activas en una cadena de la manera justa, el alumno cumple las tres funciones unidas como una sola pieza de trabajo: es arquitecto, es decir, el creador de la idea; es el maestro constructor, es decir, el que anima e irradia la idea; y él es el obrero o ejecutor de la idea.

Tan pronto como el obrero o alumno sobrepasa el nivel de su comprensión y coloca así los fundamentos de su obra en este espacio en la manera apropiada, realizándola según el plan de la razón superior, entonces este acto deviene simultáneamente una manifestación del alma y brilla la idea en plena belleza en este acto. El creador se ha demostrado por su creación.

Aparecerá con claridad que cuando el alumno tiene a su disposición los tres núcleos activos de la conciencia, puede descender de la idea que está en Dios a la acción y, por su acción liberadora, elevarse de nuevo a la idea que es Dios mismo.

Hablando abstractamente, el hombre, incluso en su estado caído, sigue siendo un hijo de dios, pero es un hijo perdido, extraviado, que ha roto su unión directa con el Padre. No obstante, cuando vive y trabaja por medio de los tres núcleos de conciencia, el hijo pródigo ha vuelto a casa y se convierte de nuevo, de una forma muy particular, en un hijo de Dios. La unió directa con el Padre es restablecida; no sólo ve a Dios, como en el "Bienaventurados los limpios de corazón", sino que está en Dios, se ha vuelto de nuevo un hijo de Dios, ha regresado a casa. Su espíritu ha encontrado al espíritu de Dios. Este encuentro y la índole de este estado de ser pueden quizá transcribirse perfectamente con la idea de "paz".


La paz que está en Dios, es una armonía perfecta, una eterna belleza y una calma dinámica. Esta paz está en equilibrio entre la idea divina y el hombre que vive en ella y por ella. Ya no hay más resistencia, ya que el hijo de Dios que, de la mano de Dios, de la mano de la idea, confecciona su construcción, experimenta en esta armonía de valores, fuerzas y pensamientos, que todas las cosas colaboran con el para el bien.

Para los que poseen esta paz, o están ocupados en conseguirla, son válidas las palabras dirigidas desde la Montaña: "Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios."

Y entonces puede ocurrir que el alumno en el camino como arrebatado de sus sentidos perciba el saludo fraternal: "¡La paz esté contigo!" Sabe que se trata de una señal de amistad y de amor y que, llevado por este amor, se expresa la esperanza de que llegue a elevarse por encima de los límites de su razón inferior, en el camino hacia la conciencia espiritual.

En ese saludo, el alumno siente al mismo tiempo la fuerza de un mántram, de una fórmula magia. Con el: "La paz esté contigo" se enciende en los centros nerviosos ordinarios del candidato un resplandor del verdadero espíritu; por un instante parece que los muros retroceden, que los velos caen por un momento, y que los espesos nubarrones se entreabren. El alumno, sobrepasando el tiempo y el espacio, ve por un instante la verdadera paz que está en Dios y a al que es llamado con un amor inexpresable. La grandeza de este imperio de la paz no tendrá fin: es eterna e imperecedera.

¿Conoce usted la majestuosidad de esta sensación de bienaventuranza, que se hace suya cuando usted se eleva por encima de la comprensión?

El alumno que ve este camino, para el cual está elegido,
experimenta las palabras y los pensamientos de Isaías 9, donde no se trata solamente del Mesías histórico, sino también del nacimiento del Cristo en el hombre:

"El hombre que camina en las tinieblas, verá una gran luz. Sobre él, habitante del país de la sombra de la muerte, resplandecerá una luz. Si los hombres se han multiplicado en esta decadencia, pero la alegría no es mayor. Pero ahora él se regocijará ante tu rostro. Ya que tú has destruido el yugo que pesaba sobre él, el bastón que golpeaba su espalda y la vara que le oprimía. En medio de la lucha, y mientras que sus vestidos son bañados en sangre, el alumno se ha elevado a una nueva filiación divina. Es elegido Hijo, y el poder está sobre sus espaldas; y su nombre es: Admirable, Consejero, Fuerza fortaleza de dios, Padre de la eternidad, Príncipe de la Paz."

"Bienaventurados los pacíficos,
porque ellos serán llamados hijos de dios."

"La paz de Dios que sobrepasa toda comprensión guardará vuestros corazones y vuestros sentidos en Jesucristo. Todo lo que es verdadero, todo lo que es magnífico, todo lo que es justo, todo lo que es puro, todo lo que es amable, todo lo que merece aprobación, todo lo que es virtuoso y digno de alabanza, sea el objeto de vuestros pensamientos." dice Pablo.

¿Cómo aprenderá el alumno a dominar todas estas cualidades y cómo sabrá lo que es verdaderamente justo, puro y amable?

El lo aprenderá y lo sabrá pro todo lo que habrá aprendido, recibido, oído y visto, ya que todo esto está comprendido en la Enseñanza Universal que fue dada a la humanidad y que descendió con ella hasta lo más profundo de su caída, para poder mostrarle el camino de regreso a la luz.

La Escuela Espiritual posee, bajo la forma de un poder utilizable, la ley espiritual de Jesucristo, así como la filosofía de la ley, con cuya ayuda usted podrá emplear la ley espiritual de la liberación. ¡Haga pues lo que así aprende, recibe, oye y ve! Y el Dios de la Paz estará con usted.

Así en nuestra reflexión sobre las siete bienaventuranzas hemos ascendido desde la pobreza de espíritu hasta la filiación divina, hasta la paz que sobrepasa toda comprensión humana. Hemos ascendido del antro de la naturaleza a la armonía de las esfera.

El pobre de espíritu se ha vuelto rico. Una séptuple bienaventuranza, es su parte. En Dios, se libera de la naturaleza. Ha regresado a Casa.





                         CAPITULO 12

          "Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia, porque el Reino de los Cielos les pertenece. Bienaventurados seréis vosotros cuando seáis ultrajados, perseguidos y se diga falsamente de vosotros toda clase de mal a casa de mí. Regocijaos y estad en la alegría, ya que vuestra recompensa será grande en los cielos, ya que es así como persiguieron a los profetas que han sido antes de vosotros."

Hemos llegado a las dos últimas de las nueve bienaventuranzas y debemos arrancarnos de la sublimidad del "Bienaventurados los pacíficos", pues nos encontramos de repente en medio de la dura realidad.

Acabamos de ver en el capítulo anterior cómo el alumno adquiere el estado de hijo de Dios, en la paz que sobrepasa toda comprensión. Y ahora, desde la serenidad de esta bienaventuranza, el alumno tiene que descender al oscuro sepulcro donde deberá realizar el trabajo con su cabeza, su corazón y sus manos.

Apenas en el comienzo, el alumno se encuentra ya ante una situación paradójica, descrita tan justamente en el Salmo 120, versículos 6 y 7: "Tanto ha permanecido mi alma cerca de los que odian la paz. Yo soy pacífico; más ellos, así que hablo, me hacen guerra."

Ciertamente, cuando el alumno se dirige hacia la humanidad con la paz que sobrepasa toda comprensión, con la paz de Dios, el resultado es una lucha encarnecida. Esta es una de las pruebas más evidentes de la existencia de dos órdenes naturales. Hay dos órdenes naturales: el orden de Dios la estática y el orden humano caído, la dialéctica. Son contrarios, irreconciliables e incompatibles. cuando el orden de dios irrumpe en el orden de la naturaleza caída, a través de Jesucristo y del alumno de la Escuela espiritual hierofantal crística, entonces los fuegos se encienden y la persecución comienza.

Los que aman la justicia de Dios y la traen al mundo, en virtud de su estado renacido en Dios, no tienen por qué temer ninguna persecución, pero sufren persecuciones. La persecución está ante su puerta les acecha día y noche. Esta persecución es de carácter triple: son perseguidos según el espíritu, el alma y el cuerpo.

Debe entender bien que todo lo que el alumno que vive en el nuevo cielo-tierra, quiere realizar en este mundo es una locura, una imposibilidad y un peligro, mirándolo desde el punto de vista de la naturaleza. Por ello el enemigo oscuro intenta asesinar todo lo que nace en el alumno según el espíritu.

Enseñanzas del orden divino son mutiladas, y sacadas a la Luz malignamente. Los testimonios de antiguas civilizaciones que vivieron cerca del reino divino son retirados de la circulación intelectual y se deja que se hundan en la niebla. Ya sea sustrayendo de la circulación los últimos vestigios de estas civilizaciones, como por ejemplo viejos papiros y manuscritos, o publicándolos de nuevo pero entonces dañados lamentablemente. Mucho de lo que poseemos de la filosofía china, por ejemplo, ha sido falsificado por los jesuitas, que aspiran a un poderío secular mundial desde Roma. También todo lo que queda aún de la sabiduría de los Incas, Aztecas y otros pueblos pre-atlantes ha sido cribado por los jesuitas.

Las acusaciones más absurdas se utilizan para impedir que el orden espiritual pueda adquirir poder sobre el hombre y el mundo. Y, por ello, la persecución según el espíritu es el pan cotidiano del trabajador en la gran viña.

La persecución según el alma es más de carácter personal y moral. Los antecedentes morales y el comportamiento moral del atacado son puestos bajo una falsa luz. Y el gran trabajo es contrarrestado y minado por toda clase de rumores sobre situaciones sombrías e intenciones financieras y morales confusas. Muchos trabajadores podrían hablarse sobre persecuciones del alma de las que ha sido víctimas. Pero esté seguro: el trabajador seguirá esparciendo la simiente en los campos, frecuentemente tan estériles, a pesar de los rumores buenos o malos.

Y si el enemigo clásico tras la persecución según el espíritu y el alma le encuentra indemne le queda aún la persecución material y la del cuerpo. Se crean o aprovechan situaciones que permiten aniquilar a los trabajadores materialmente. Fueron y serán perseguidos, cazados como animales peligros, martirizados, quemados, declarados fuera de la ley.

Todo esto es la consecuencia cuando se intenta implantar la verdadera justicia en el tiempo. El alumno, lúcido reflexiona sobre estas experiencias inevitables. Las constata y se prepara para ellas, pero libre por completo de amargura e incluso, hasta cierto punto, con sentido del humor. Ha pasado la época en que, indignado, apretaba los puños y protestaba vigorosamente. Sabe que eso es un desgaste de energía y es superfluo, pues la victoria, la victoria total le pertenece. ¡El Reino de los Cielos le pertenece!

"Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia, porque el Reino de los Cielos les pertenece."

¿Significa esto que cuando su lucha ha terminado entra en un estado celestial donde puede reposar y recibir su salario? ¿Significa que siente ya la bienaventuranza de este futuro?

¡En absoluto! El significado de esta bienaventuranza es mostrar claramente que, sea cual sea lo que los clásicos perseguidores quieran o puedan emprender contra el alumno según el espíritu, el alma y el cuerpo, la victoria completa está del lado de la cruz; le demuestra que la cruz es como una espada que resquebraja todas las resistencias, y que el oscuro maldito jamás podrá obtener el más mínimo éxito. Mirado desde el exterior le veremos quizás agredido, ridiculizado, atacado con violencia asesina, despojado de lo que había edificado en el transcurso de largos años al servicio de la humanidad; pero, mirado desde el interior, la
victoria final de las falanges de la luz no puede se detenida ni un segundo.

¡Qué maravilloso sería si cada alumno comprendiera que a pesar de las burlas y de las afrentas, en medio de la violencia y del peligro, el Reino de la Luz está establecido en este mundo!. Los muros se elevan y las torres levantan sus picos en la rica y plena luz del nuevo día. La ciudadela de la bondad, de la verdad y de la justicia brilla y resplandece para quien quiere verla.

Dejemos que ataquen e insulten nuestro honor y nuestra reputación; dejémosles que nos acechen en la materia. "Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia, porque el Reino de los Cielos les pertenece."

El alumno toma parte en la incorruptibilidad del reino del orden divino y colabora en la construcción de esta parte del reino divino conquistado aquí abajo con armas todopoderosas: las armas del amor, las armas del puro saber, las armas de la aplicación de la ley del espíritu de Jesucristo. Jamás  la historia del mundo  ha visto que algo haya vencido a estas armas.

"Bienaventurados seréis vosotros cuando seáis ultrajados, perseguidos y se diga falsamente de vosotros toda clase de mal a causa de mí. Regocijaos y estad en alegría."

¿Hay que deducir que debemos alegrarnos de los ultrajes y de la persecución? Eso sería absurdo. La mentira, la calumnia, la afrenta y la incomprensión son el pan diario para el alumno, y esto le ocasiona una gran pena y un intenso sufrimiento. Lejos de nosotros de compartir la idea de algunos místicos que se alegran de las mentiras, y de los ultrajes, porque la bienaventuranza, comprendida literalmente, les dice que deben alegrarse.

En este sentido la alegría y el sufrimiento se combinan. Cuando el alumno cumple su misión de la justa manera; cuando, con la verdad de la Luz, orada una brecha en las profundas galerías, un quejido de terror atraviesa la naturaleza. Ella se siente descubierta, en sus instintos de conservación y sus codicias. Sólo puede reaccionar de una forma: con las afiladas garras atacar con la mentira, las calumnias, los ultrajes y las persecuciones.

Y, como es natural, cuando siente dolor a causa de este ataque, el alumno experimenta aún así alegría y felicidad, porque sabe que las reacciones que experimenta en su carne y soporta en su sangre, y sufre según el espíritu, son la prueba de que su actividad se desarrolla de la manera apropiada. Por sus actos y sus experiencias sigue la huella de los profetas y de los grandes trabajadores que le precedieron. Por esto su alegría es perfecta, ya que su recompensa será grande en el cielo.

Comprenda también estas palabras como deben ser comprendidas. Cuando los constructores ejecutan el plan de gran Arquitecto, saben que la morada será construida a pesar de todo tipo de dificultades que surjan y que el salario del trabajo está comprendido en la obra misma.

Se deben comprende bien dos cosas en esta bienaventuranza doble:

Primero, que el hombre según la naturaleza sólo puede reaccionar al orden espiritual de Jesucristo de una sola manera. El orden del espíritu es una grandeza desconocida por la naturaleza, y donde este orden acomete a la naturaleza, ésta se siente amenazada en sus valores y planes y se defiende según sus propias leyes. Por eso debe comprender bien que Cristo no ha venido a traer la paz, sino la espada. Si el alumno, quiere entrar a servir al orden del espíritu, debe estar dispuesto de corazón a llevar la cruz. Es una cuestión de claro discernimiento. Es su sufrimiento, pero es también su victoria, su alegría. Y llevar la cruz es la victoria. Cuando el alumno en su imitación a Cristo, según el plan de su servicio, dice a su vez en el monte Gólgota: "¡Todo está consumado!", no es un grito de desesperación, sino que es un grito de victoria. El Reino de los Cielos es suyo, su salario es grande, tan grande que no puede ser evaluado con medidas terrestres. Su obra está terminada.

Segundo, hay que comprender que en el trabajo espiritual liberador, el salario está comprendido en el mismo trabajo. En la naturaleza se recibe el salario después del trabajo y la mayor parte de los hombres solo comienzan a vivir cuando, después de su trabajo pueden emplear el salario para lo necesario. En el trabajo espiritual liberador, el alumno recibe su salario a través de su trabajo y en su trabajo. En ese sentido no debe ver el salario como lo que los hombres le devuelven por su trabajo en espontánea reacción. ¡Ya que a este respecto el trabajador no es mimado!

Es el trabajo el que libera su salario cuando obra totalmente según la ley del espíritu el alumno, libera diferentes fuerzas y poderse que le elevan por encima del tiempo y del espacio, que le convierten en un verdadero Hombre Nuevo. Colmado de estas riquezas, puede desplegar fuerzas dinámicas aún mayores, hasta que llegue la victoria. El trabajo directo recibe en recompensa un tesoro inconmensurable, que brota como un manantial mágico.

Haga Dios que después de esta nónuple reflexión sobre la "bienaventuranza" pronunciada antiguamente en la montaña, usted vea claramente ante sí el camino hacia la luz y que, como peregrinos, podamos encontrarnos en este camino.

Tiempos nuevos han comenzado; un nuevo sol espiritual brilla sobre el horizonte. Ascendamos en los resplandores de esta aurora, el camino de los nueve escalones.

Esta subida es una marcha llena de alegría; es el Reino de los Cielos. La recompensa es grande y una paz señala el final del camino; la paz de Dios que sobrepasa toda comprensión.

Pero comprenda bien que en este desarrollo lleno de bendiciones Ud. vive en país extranjero; que Ud. aquí abajo debe comenzar su camino; que tiene que desarrollar aquí bajo su trabajo; que su peregrinación debe perfilarse a través de esta naturaleza; pero que Ud. vive entre innumerables que odian la paz con un odio mortal.

Tan pronto como usted habla de la paz que sobrepasa toda comprensión, ellos se rebelan. Sólo con proponer la naturaleza de Dios en esta naturaleza, usted desencadena la lucha. No se deje cegar ni engañar por esta lucha, sus desencantos y sus penas. Regocíjese y esté alegre, ya que su recompensa es grande y la victoria le pertenece: suyo es el Reino de los Cielos

                 ¡QUE LA PAZ ESTE CON USTED!




                          Glosario

DIALECTICA: Nuestro campo de existencia actual, donde todo se manifiesta en pares opuestos. Día y noche, luz y oscuridad, alegría y dolor, juventud y vejez, bien y mal, vida y muerte, están unidos indisolublemente. Se siguen inevitablemente y se engendran mutuamente: uno se vuelve el otro ineluctablemente. Esta ley fundamental hace que todo, en este campo de existencia, esté sometido a un cambio perpetuo, a un quebrantamiento constante, a: subir, brillar y descender. Esta ley hace nuestro campo de existencia un campo limitado donde reinan el dolor, el sufrimiento, la ruptura la enfermedad y la muerte.


ESTATICA: el mundo de lo absoluto, únicamente unido a Dios en libertad, el mundo del ser eterno, el Reino de los Cielos, el orden de Dios, el dominio original de la humanidad - que ante todo no se debe confundir con la morada de los muertos en el más allá.


GNOSIS: el aliento divino, Dios, el Logos, el Manantial de todas las cosas, manifestándose como espíritu, amor, luz, fuerza y sabiduría universal.


MICROCOSMOS: el hombre como minutus mundus como un pequeño mundo, es un sistema vital esférico, muy compacto en el que se distinguen comenzando por el centro: la personalidad, el campo de manifestación, el ser aural y un séptuple campo magnético del espíritu. El verdadero hombre es un microcosmos. Lo que en este mundo se entiende como "hombre", es solo la personalidad mutilada de un microcosmos degenerado. Nuestra conciencia actual es una conciencia de la personalidad, la cual sólo puede ser consciente del campo de vida al que pertenece.


REINO LEJANO: ver ESTATICA.






                     EL MISTERIO DE LAS
                      BIENAVENTURANZAS


En el sublime Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas ocupan un lugar muy especial. Las explicaciones corrientes de la Biblia dan a entender a menudo que son promesas que quizás una vez, en un futuro no determinado, puedan ser recibidas como recompensa por un comportamiento moral en la vida.

Si frente a esta constatación leemos las explicaciones claras como el cristal que nos da el autor de este libro en relación con las nueve Bienaventuranzas, entonces reconocemos su significado tan actual.

ya que las nueve Bienaventuranzas nos colocan ante el Camino nónuple del verdadero devenir humano. Un Camino que puede ser recorrido en autofrancmasonería por cada candidato decidido.

Así, esa parte del Sermón de la Montaña se vuelve un llamamiento ardoroso y una ayuda llena de Amor de la Fraternidad de la Vida.

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